Prueba: 2.000 kilómetros con la Mitsubishi L-200. Aun quedan 4×4 de verdad.

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prueba l-200
Por circunstancias de acumulación de carreras, hemos tenido la oportunidad de rodar durante una semana con esta pick-up, que pese a ser un modelo de los de mas reciente llegada al mercado, mantiene los cánones que todo buen 4×4 debe tener.

En primer lugar hay que valorar su generoso tamaño y acertado diseño, que si bien arrancó en versiones anteriores a imagen y semejanza de los todopoderosos Monteros MPR 12 de competición, ha ido evolucionado hasta tener su propia personalidad, con un aspecto muy alejado del de vehículo de trabajo que solían tener este tipo de automóviles para convertirse en casi una berlina de lujo. Para ello, solo hace falta abrir la puerta para contemplar un cuidado interior, con asientos de cuero, navegador, buen equipo de música, climatizador, y acabados impecables y de tacto agradable. A ello hay que unir la caja de carga de buen tamaño y que se puede cubrir con un cofre que  hará que podamos transportar buena cantidad de enseres. Mecánicamente, la posibilidad de contar con reductora con bloqueo de diferencial central confirma que estamos ante lo mejor de  dos mundos. Ante el panorama cada vez más escaso de todo terrenos de verdad, la L-200 se presenta como una seria opción, tanto para trabajar en el monte, como para ir a un acto social, sin olvidar el poder llevar a cabo nuestras rutas y viajes sin problemas por lo complicado del trazado que vayamos a llevar a cabo.

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A bordo deberemos tener siempre muy presente la longitud de la pick-up, sobre todo en algunos giros o maniobras. La cámara posterior será en estas situaciones nuestra mejor aliada. Es en el tráfico urbano donde deberemos tener mayor atención, ya que en campo abierto se maneja como uno más. En vías rápidas, se muestra como un gran rodador el control de crucero permite hacer más cómodos los desplazamientos largos, a lo que se suman unos asientos cómodos pero que deberían recoger algo más el cuerpo sobre todo en el respaldo. El tacto del cuero es agradable aunque no somos amigos de esta solución para los asientos que a nuestro gusto deben ser de tela, pero eso como en otras cosas es una apreciación personal. Desde Madrid, nuestra primera parada fue Cazorla. Hasta allí, dos personas y algo de equipaje, en un viaje placentero, siempre a velocidades no multables, debiendo tener en cuenta nada mas la longitud del vehículo a la hora de volver al carril lento a la hora de adelantar, algo a lo que uno se acostumbra a la primera. En tierras jienenses, abordamos algunos tramos de carretera de montaña, circunstancias en la que la L-200 también se maneja bien. El cambio funciona con suavidad y las levas en el volante al utilizar el modo secuencial son efectivas y permiten rodar rápido.

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Llego el momento de salir del asfalto y nos encontramos ante una situación delicada ya que las lluvias caídas durante días antes habían dejado las pistas y caminos muy resbaladizos. Conectamos la tracción total y avanzamos sin problemas ya que el sistema Mitsubishi de tracción total es my efectivo. Es una pista bien mantenida por los lugareños y se rueda sin problemas. Nos metemos más hacia el monte y la cosa se complica, el barro aunque de escaso grosor se pega al neumático y nos complica no solo trazar sino también seguir con el recorrido (los de la zona dicen que es el barro de “la campiña”). Seria más llevadero de poder llevar ruedas mixtas, ya que el dibujo de la monta de origen está totalmente enfocado al asfalto. Pelear con el barro nos llevo varios días siguiendo a los 4×4 clásicos pero salimos de todas. De allí traslado hasta Serón, donde se disputaba carrera del Nacional de Todo Terreno. Directamente recorrimos la prologo que tenia de todo, zonas rápidas con saltos incluidos y zonas muy rotas trialeras incluidas. Perfecto, no hubo que meter la reductora en ningún momento y tan solo en un paso en bajada con escalón tuvimos que tener precaución para no tocar con el voladizo trasero. Tanta torsión o algún apoyo nos provocó un pinchazo lento y nos vimos en la tesitura de necesitar hacer uso de la rueda de repuesto. En contra de la moda imperante, la L-200 la tiene y ¡exactamente igual que las cuatro restantes! Llanta de aleación incluida. Como tiene que ser. Tan solo hay que hacer notar que habrá que tirarse debajo del coche para extraerla. Esta L-200 es en definitiva uno de los pocos todo terrenos de verdad que se pueden adquirir, nos conformaríamos con una versión menos lujosa, con tapa para el compartimento de carga y sustituyendo los neumáticos de origen por unos mixtos y en una medida más lo que nos haría ganar en altura libre y tracción. Unas protecciones de bajos tampoco vendrán mal para rodar con más garantías.  Así sera difícil que nos paren.

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Angel Montalbán

Angel Montalbán

Ligado oficialmente al mundo del motor desde la temporada 1.979. Publica en medios desde los años ochenta. Colaborador en diversas cabeceras de papel y audiovisuales desde hace mas de un cuarto de siglo, intentando tener para los que le siguen un punto de vista diferente y cercano del automovilismo en general. Deportivamente es copiloto ocasional en los Raids y rallies todo terreno, disciplina que sigue estrechamente desde primeros de los noventa. Viajes de aventura en los países más exóticos están en su mente y en su curriculum.

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