noviembre 4, 2016

Todas las noticias de noviembre 4, 2016 en el mundo del 4x4

Letra pequeña. La zona de asistencia de la XXX Baja Portalegre. Lo que se dejo ver por alli.

La Presidenta de la Cámara Municipal de Portalegre, Alexandra Texeira estuvo al frente de la ceremonia de podio en medio de la ciudad con motivo del treinta aniversario de la carrera. Apoyo institucional máximo. Al inscribirse, Salinero recibió el número de “la bestia”. Es difícil ver un dorsal tan alto en carrera, pero este año los coches arrancaban en el 600. Lo que es una pena es que sean tan pequeños. Parecen matriculas. Carteles como este jalonan las pistas, son caseros pero los pilotos que llegan a verlos tienen que por lo menos sorprenderse. Todo un detalle el de los organizadores de la carrera del Nacional en Cuenca, que llevaron folletos para informar de la misma ¡en portugués! Asi se hacen clientes. Lo de la adoración a los UMM llega hasta el paroxismo. En esta imagen se ve como un tren delantero se ha recortado para convertirlo en remolque y una vez abierto el capó se puede ver que se ha sustituido el motor por una parrilla. En el equipo South Racing, se celebró la noche de Halloween con antelación. El cocinero no escatimo en detalles en sus calabazas. La vida a bordo de un buggie ligero es difícil en esta carrera, ya que el agua y el barro acompañan desde el minuto uno. Los hermanos Viñaras lo saben bien. La afición es sencillamente la mejor del mundo. Están en los tramos con horas e incluso días, bien pertrechados y bien informados. Miles de personas se repartían por todo el trazado. Mucho merito el de estos seguidores rusos que desplazados desde miles de kilómetros, no pararon de animar a los suyos. Yamaha tenia un despliegue impresionante con un espacio enorme de asistencia y exposición de vehículos y una estrella rutilante en sus filas Stephane Peterhansel, que fue tercero de la categoría copilotado por Andrea Mayer. El cuerpo a cuerpo con la afición portuguesa es inmejorable. Siempre nos ofrecen de beber y de comer y te cuentan “secretillos” de los pilotos, ya que saben mucho de la vida particular de los deportistas lusos. Por mucho tiempo que pase, José Megre sigue siendo recordado y figura destacado en los 4×4 de muchos aficionados.  

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Prueba: 2.000 kilómetros con la Mitsubishi L-200. Aun quedan 4×4 de verdad.

Por circunstancias de acumulación de carreras, hemos tenido la oportunidad de rodar durante una semana con esta pick-up, que pese a ser un modelo de los de mas reciente llegada al mercado, mantiene los cánones que todo buen 4×4 debe tener. En primer lugar hay que valorar su generoso tamaño y acertado diseño, que si bien arrancó en versiones anteriores a imagen y semejanza de los todopoderosos Monteros MPR 12 de competición, ha ido evolucionado hasta tener su propia personalidad, con un aspecto muy alejado del de vehículo de trabajo que solían tener este tipo de automóviles para convertirse en casi una berlina de lujo. Para ello, solo hace falta abrir la puerta para contemplar un cuidado interior, con asientos de cuero, navegador, buen equipo de música, climatizador, y acabados impecables y de tacto agradable. A ello hay que unir la caja de carga de buen tamaño y que se puede cubrir con un cofre que  hará que podamos transportar buena cantidad de enseres. Mecánicamente, la posibilidad de contar con reductora con bloqueo de diferencial central confirma que estamos ante lo mejor de  dos mundos. Ante el panorama cada vez más escaso de todo terrenos de verdad, la L-200 se presenta como una seria opción, tanto para trabajar en el monte, como para ir a un acto social, sin olvidar el poder llevar a cabo nuestras rutas y viajes sin problemas por lo complicado del trazado que vayamos a llevar a cabo. A bordo deberemos tener siempre muy presente la longitud de la pick-up, sobre todo en algunos giros o maniobras. La cámara posterior será en estas situaciones nuestra mejor aliada. Es en el tráfico urbano donde deberemos tener mayor atención, ya que en campo abierto se maneja como uno más. En vías rápidas, se muestra como un gran rodador el control de crucero permite hacer más cómodos los desplazamientos largos, a lo que se suman unos asientos cómodos pero que deberían recoger algo más el cuerpo sobre todo en el respaldo. El tacto del cuero es agradable aunque no somos amigos de esta solución para los asientos que a nuestro gusto deben ser de tela, pero eso como en otras cosas es una apreciación personal. Desde Madrid, nuestra primera parada fue Cazorla. Hasta allí, dos personas y algo de equipaje, en un viaje placentero, siempre a velocidades no multables, debiendo tener en cuenta nada mas la longitud del vehículo a la hora de volver al carril lento a la hora de adelantar, algo a lo que uno se acostumbra a la primera. En tierras jienenses, abordamos algunos tramos de carretera de montaña, circunstancias en la que la L-200 también se maneja bien. El cambio funciona con suavidad y las levas en el volante al utilizar el modo secuencial son efectivas y permiten rodar rápido. Llego el momento de salir del asfalto y nos encontramos ante una situación delicada ya que las lluvias caídas durante días antes habían dejado las pistas y caminos muy resbaladizos. Conectamos la tracción total y avanzamos sin problemas ya que el sistema Mitsubishi de tracción total es my efectivo. Es una pista bien mantenida por los lugareños y se rueda sin problemas. Nos metemos más hacia el monte y la cosa se complica, el barro aunque de escaso grosor se pega al neumático y nos complica no solo trazar sino también seguir con el recorrido (los de la zona dicen que es el barro de “la campiña”). Seria más llevadero de poder llevar ruedas mixtas, ya que el dibujo de la monta de origen está totalmente enfocado al asfalto. Pelear con el barro nos llevo varios días siguiendo a los 4×4 clásicos pero salimos de todas. De allí traslado hasta Serón, donde se disputaba carrera del Nacional de Todo Terreno. Directamente recorrimos la prologo que tenia de todo, zonas rápidas con saltos incluidos y zonas muy rotas trialeras incluidas. Perfecto, no hubo que meter la reductora en ningún momento y tan solo en un paso en bajada con escalón tuvimos que tener precaución para no tocar con el voladizo trasero. Tanta torsión o algún apoyo nos provocó un pinchazo lento y nos vimos en la tesitura de necesitar hacer uso de la rueda de repuesto. En contra de la moda imperante, la L-200 la tiene y ¡exactamente igual que las cuatro restantes! Llanta de aleación incluida. Como tiene que ser. Tan solo hay que hacer notar que habrá que tirarse debajo del coche para extraerla. Esta L-200 es en definitiva uno de los pocos todo terrenos de verdad que se pueden adquirir, nos conformaríamos con una versión menos lujosa, con tapa para el compartimento de carga y sustituyendo los neumáticos de origen por unos mixtos y en una medida más lo que nos haría ganar en altura libre y tracción. Unas protecciones de bajos tampoco vendrán mal para rodar con más garantías.  Así sera difícil que nos paren.    

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Letra pequeña. La zona de asistencia de la XXX Baja Portalegre. Lo que se dejo ver por alli.

La Presidenta de la Cámara Municipal de Portalegre, Alexandra Texeira estuvo al frente de la ceremonia de podio en medio de la ciudad con motivo del treinta aniversario de la carrera. Apoyo institucional máximo. Al inscribirse, Salinero recibió el número de “la bestia”. Es difícil ver un dorsal tan alto en carrera, pero este año los coches arrancaban en el 600. Lo que es una pena es que sean tan pequeños. Parecen matriculas. Carteles como este jalonan las pistas, son caseros pero los pilotos que llegan a verlos tienen que por lo menos sorprenderse. Todo un detalle el de los organizadores de la carrera del Nacional en Cuenca, que llevaron folletos para informar de la misma ¡en portugués! Asi se hacen clientes. Lo de la adoración a los UMM llega hasta el paroxismo. En esta imagen se ve como un tren delantero se ha recortado para convertirlo en remolque y una vez abierto el capó se puede ver que se ha sustituido el motor por una parrilla. En el equipo South Racing, se celebró la noche de Halloween con antelación. El cocinero no escatimo en detalles en sus calabazas. La vida a bordo de un buggie ligero es difícil en esta carrera, ya que el agua y el barro acompañan desde el minuto uno. Los hermanos Viñaras lo saben bien. La afición es sencillamente la mejor del mundo. Están en los tramos con horas e incluso días, bien pertrechados y bien informados. Miles de personas se repartían por todo el trazado. Mucho merito el de estos seguidores rusos que desplazados desde miles de kilómetros, no pararon de animar a los suyos. Yamaha tenia un despliegue impresionante con un espacio enorme de asistencia y exposición de vehículos y una estrella rutilante en sus filas Stephane Peterhansel, que fue tercero de la categoría copilotado por Andrea Mayer. El cuerpo a cuerpo con la afición portuguesa es inmejorable. Siempre nos ofrecen de beber y de comer y te cuentan “secretillos” de los pilotos, ya que saben mucho de la vida particular de los deportistas lusos. Por mucho tiempo que pase, José Megre sigue siendo recordado y figura destacado en los 4×4 de muchos aficionados.  

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Prueba: 2.000 kilómetros con la Mitsubishi L-200. Aun quedan 4×4 de verdad.

Por circunstancias de acumulación de carreras, hemos tenido la oportunidad de rodar durante una semana con esta pick-up, que pese a ser un modelo de los de mas reciente llegada al mercado, mantiene los cánones que todo buen 4×4 debe tener. En primer lugar hay que valorar su generoso tamaño y acertado diseño, que si bien arrancó en versiones anteriores a imagen y semejanza de los todopoderosos Monteros MPR 12 de competición, ha ido evolucionado hasta tener su propia personalidad, con un aspecto muy alejado del de vehículo de trabajo que solían tener este tipo de automóviles para convertirse en casi una berlina de lujo. Para ello, solo hace falta abrir la puerta para contemplar un cuidado interior, con asientos de cuero, navegador, buen equipo de música, climatizador, y acabados impecables y de tacto agradable. A ello hay que unir la caja de carga de buen tamaño y que se puede cubrir con un cofre que  hará que podamos transportar buena cantidad de enseres. Mecánicamente, la posibilidad de contar con reductora con bloqueo de diferencial central confirma que estamos ante lo mejor de  dos mundos. Ante el panorama cada vez más escaso de todo terrenos de verdad, la L-200 se presenta como una seria opción, tanto para trabajar en el monte, como para ir a un acto social, sin olvidar el poder llevar a cabo nuestras rutas y viajes sin problemas por lo complicado del trazado que vayamos a llevar a cabo. A bordo deberemos tener siempre muy presente la longitud de la pick-up, sobre todo en algunos giros o maniobras. La cámara posterior será en estas situaciones nuestra mejor aliada. Es en el tráfico urbano donde deberemos tener mayor atención, ya que en campo abierto se maneja como uno más. En vías rápidas, se muestra como un gran rodador el control de crucero permite hacer más cómodos los desplazamientos largos, a lo que se suman unos asientos cómodos pero que deberían recoger algo más el cuerpo sobre todo en el respaldo. El tacto del cuero es agradable aunque no somos amigos de esta solución para los asientos que a nuestro gusto deben ser de tela, pero eso como en otras cosas es una apreciación personal. Desde Madrid, nuestra primera parada fue Cazorla. Hasta allí, dos personas y algo de equipaje, en un viaje placentero, siempre a velocidades no multables, debiendo tener en cuenta nada mas la longitud del vehículo a la hora de volver al carril lento a la hora de adelantar, algo a lo que uno se acostumbra a la primera. En tierras jienenses, abordamos algunos tramos de carretera de montaña, circunstancias en la que la L-200 también se maneja bien. El cambio funciona con suavidad y las levas en el volante al utilizar el modo secuencial son efectivas y permiten rodar rápido. Llego el momento de salir del asfalto y nos encontramos ante una situación delicada ya que las lluvias caídas durante días antes habían dejado las pistas y caminos muy resbaladizos. Conectamos la tracción total y avanzamos sin problemas ya que el sistema Mitsubishi de tracción total es my efectivo. Es una pista bien mantenida por los lugareños y se rueda sin problemas. Nos metemos más hacia el monte y la cosa se complica, el barro aunque de escaso grosor se pega al neumático y nos complica no solo trazar sino también seguir con el recorrido (los de la zona dicen que es el barro de “la campiña”). Seria más llevadero de poder llevar ruedas mixtas, ya que el dibujo de la monta de origen está totalmente enfocado al asfalto. Pelear con el barro nos llevo varios días siguiendo a los 4×4 clásicos pero salimos de todas. De allí traslado hasta Serón, donde se disputaba carrera del Nacional de Todo Terreno. Directamente recorrimos la prologo que tenia de todo, zonas rápidas con saltos incluidos y zonas muy rotas trialeras incluidas. Perfecto, no hubo que meter la reductora en ningún momento y tan solo en un paso en bajada con escalón tuvimos que tener precaución para no tocar con el voladizo trasero. Tanta torsión o algún apoyo nos provocó un pinchazo lento y nos vimos en la tesitura de necesitar hacer uso de la rueda de repuesto. En contra de la moda imperante, la L-200 la tiene y ¡exactamente igual que las cuatro restantes! Llanta de aleación incluida. Como tiene que ser. Tan solo hay que hacer notar que habrá que tirarse debajo del coche para extraerla. Esta L-200 es en definitiva uno de los pocos todo terrenos de verdad que se pueden adquirir, nos conformaríamos con una versión menos lujosa, con tapa para el compartimento de carga y sustituyendo los neumáticos de origen por unos mixtos y en una medida más lo que nos haría ganar en altura libre y tracción. Unas protecciones de bajos tampoco vendrán mal para rodar con más garantías.  Así sera difícil que nos paren.    

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