Prueba. 2000 kilómetros con la Mercedes X 250 Titan Desert. Locomotora alemana.
En un mundo cada vez más poblado de SUV las pick up, son un reducto inexpugnable que pese a su enfoque a priori industrial y de trabajo, han venido incorporando materiales y acabados de berlinas de representación, para ampliar así la horquilla de clientes finales. Esto permite al aficionado tener aun en el horizonte de compra oferta de vehículos que permitan satisfacer sus necesidades de aventura en familia sin pensar que se va directamente a la cantera a trabajar. Mercedes Benz que cuenta en su catalogo de diversos modelos con capacidades fuera del asfalto, teniendo como punta de lanza un icono como el “G”, no ha querido perder la oportunidad de entrar en el segmento creando así la Clase X, consecuencia de la colaboración con otras marcas del grupo empresarial. Se trata de una unidad X 250 D 4Matic de motor de 250 caballos. De serie cuenta con estriberas, cofre de carga con superficie protectora, tapa con llave para el mismo y barras cromadas exteriores. Monta cuatro (el de repuesto se mantiene de origen) neumáticos de tacos Cooper Dicoverer S/T MAXX en medida 265/65 R17 en sustitución de la monta original 255/60 R17 ganando en balón y diámetro aumentando la altura libre alrededor de un centímetro y lo que es mejor optimizando la adherencia fuera del asfalto. Rizando el rizo, nuestra unidad es de las que la marca ha cedido a la organización de la Titan Desert, prueba de mountain bike que se celebra en Marruecos y que es toda una referencia para los que les gusta dar pedales por el monte. Mantiene la decoración que corresponde a la Dirección de la citada carrera, que destaca sobre manera sobre la carrocería en tono bronce. Esta “cangreja” llama la atención simplemente aparcada y fueron bastantes los que se hicieron fotos y la contemplaron allá donde nos detuvimos, por no hablar de los aficionados que nos adelantaban con sus bicis en el techo o en la parte trasera de sus vehículos que hacían toda clase de aspavientos y parabienes al sentirse identificados con la carrera. A bordo, la posición de conducción, es cómoda y los asientos recogen bien, no notándose la espalda “tocada al bajarnos tras un recorrido generoso en kilómetros. La instrumentación es sencilla pero clara y permite hacerse con los mandos fácilmente. Los acabados llevados a cabo y los materiales son impecables y desde luego que parece que viajamos en un vehículo convencional y para nada en uno de gama industrial. Hay sitio para todo por la existencia de huecos repartidos por el coche y todo parece estar muy a mano. Loa asientos traseros, mantienen los estándares de calidad de los delanteros pese a que deben mantener la verticalidad a la que obliga la pared trasera del habitáculo, son amplios con dos ocupantes y suficientes con tres si es que no son muy voluminosos. Cabe destacar el detalle de la ventana trasera abatible con un interruptor en el cuadro de mandos, que permite un transporte cómodo de esquíes o patas de teodolito por poner unos ejemplos. El cofre de carga es sencillamente generoso en espacio, y será la solución de muchos de los que necesitan cargar con ganas, subir maquinaria o montar una célula vivienda. Tiene soportes para atar carga pos toda su superficie, y el protector es más que correcto para no solo no dañar la carrocería sino también evitar ruidos de los que estemos transportando. En marcha comprobamos que su andar es suave y para nada transmite sus dimensiones exteriores, aunque estas debemos tenerlas en cuenta, ya que es más grande y sobre todo más largo de lo que parece. Ayuda sobre manera la cámara de 360º que debe impedir que topemos con nada. Puestos en carretera, lo primero que comprobamos es que los neumáticos Cooper son más silenciosos de lo que en principio podría parecer, la insonorización es impecable, pero hasta con la ventanilla subida cualquier sonido o vibración no deseada nos llegaría y en este caso no lo hace. Nos resulto incomoda la posición del mando de control de crucero, ya que se encuentra en el lado izquierdo cerca de él de los intermitentes y a veces nos equivocamos a la hora de pulsar, habiendo sido preferible que estuviera en el derecho donde no hay nada, por lo demás, una delicia de viaje y es que hicimos un buen recorrido, de Madrid al pirineo leridano, Andorra y vuelta por Zaragoza subiendo antes el Moncayo. Las vías rápidas no fueron problema y las carreteras comarcales y locales menos. En tráfico urbano, no deberemos olvidar el tamaño de nuestra Clase X sobre todo de largo, y… en algunos garajes, por que llegar a meterlo en el del hotel de turno obliga como mínimo a bajarse y a controlar la maniobra de cerca. En el campo, lujo asiático. No sería justo compararlo con los coches que habitualmente pasan por nuestra web, ya que aparte de la propiedades intrínsecas del modelo, estemos ante una unidad con preparación suficiente para que nuestra confianza este al 100%. Monta lo básico para que cualquier todo terreno, este lo es, pueda desenvolverse en el monte sin problemas, buen neumático y de dibujo técnico y protecciones de bajos. Abordamos toda clase de pistas y caminos, siendo efectivo en cualquier circunstancia excepto en curvas muy cerradas, donde por dimensiones, tuvimos que hacer maniobra. Por el contrario en pistas rápidas es un tiro, ya lo decía el piloto Salvador Servia: “Un coche corto es como una bola y uno largo como una bala”. El motor siempre está ahí, con buenos bajos y agradable progresividad, con un cambio automático perfecto cómplice del propulsor. En cuanto a consumos, teniendo en cuenta que no fuimos a ahorrar, se nos clavo en el umbral de los once litros sin poder rebajarlo, pero ya se sabe, el gasto de aceite y gasolina salen del pie izquierdo. El comportamiento de las suspensiones nos pareció correcto, desde luego no es lo mismo una prueba puntual, que un uso habitual, pero teniendo en