La edición de ese año, fue la segunda que se hizo a tramos, pero eso si, de kilometraje digno, ya que tras la prologo del viernes se hizo uno de 500 el sábado y otro de similar longitud el domingo completando mas de 1000 en el fin de semana. De los casi cien vehículos que tomaron la salida, solo treinta y tres alcanzaron la meta, lo que da cuenta de los dura que fue la cita. Carlos Sousa al que acompañaba el malogrado Henry Magne, se hizo con la victoria con escasa distancia sobre el segundo clasificado. Este fue el BMW de Al Mutaiwei-Guehennec, que en la imagen pasa por uno de los típicos vadeos de la carrera, hoy imposibles al estar cementado el paso. El podio lo cerró El Mitsubishi Montero de José Luis Monterde-Rafael Tornabell, a cierta distancia siendo el primero de los nuestros en la meta de Zaragoza. Media docena de equipos españoles se metieron en el «top ten», siendo quinto el BMW de Carlos Sotelo-Victor Bofill, en una autentica revelación de carrera dada la mínima experiencia en coches del piloto. Un lugar mas a tras con su Mercedes Proto Jose Villalba-Jose Garcia, sacandose la espina de su abandono en la edición anterior cuando habían llegado a meta al pinchar y el coche no volver a arrancar por pensar el sistema antirrobo que estaba siendo robado por la inclinación con el gato, bloqueando la centralita. Octavo en meta, Marc Blazquez-Ignacio Salvador, consiguiendo la victoria en la categoría de coches de serie, denominada entonces T-1 supliendo con dotes del pilotaje la falta de prestaciones de su coche respecto de los prototipos. Inmediatamente después, el Seat de Jaume Aregall-Albert Llebra, manteniedo viva la historia del prototipo del fabricante español. El ultimo entre los diez primeros fue el Mitsubishi Montero del castellonense Manuel Jorques que llevaba en el asiento de la derecha al gallego Antonio Amor. Hubo quien llego por los pelos como el Toyota Land Cruiser de Alberto Dorsch-Francisco Egido. Una de las primeras carreras internacionales de la pareja madrileña. La disputada categoría no oficial por ser el primer maño en mata, algo muy importante para los pilotos locales, tuvo como ganador al Suzuki Vitara de Marino San Jose-Victor Royo. El piloto luso, estaba en la estructura oficial del fabricante japonés no sin esfuerzo, y normalmente no competía con los MPR12, sino con la Pick Up Strakar, menos prestacional pero de mejor imagen en el país vecino. Con un coche «gordo», demostró que es uno de los mejores de la historia de la disciplina. Nos trató siempre muy bien y cuando reclamábamos en el equipo, mas atención hacia el, siempre nos decía: «no digas nada, para un portugués llegar hasta aquí es un logro». Le vimos hace dos años en la Baja Portalegre de visita. Sigue siendo un apasionado, pero el tiempo ha pasado.