Prueba. 1000 kilómetros con el Subaru Outback Bi Fuel. Un 4×4 que amplia horizontes.
Estamos ante un vehículo de los más completos que se pueden encontrar en el mercado. Va bien en asfalto, y… fuera de él. Es suficiente para los viajes de una familia pero ahora, aparte de las versiones diesel y gasolina (esta última la probamos en la web hace unos meses), desde hace semanas se comercializa con la posibilidad de alternar combustible convencional con GLP, lo que permite dos cosas vetadas para muchos. Una autonomía brutal y poder circular por las grandes ciudades en días de restricciones medio ambientales. Nuestra unidad el fabricante la denomina como 2.5i, era en color Magnetite Grey y formaba parte de la serie limitada “Silver Edition”, que complementa el Outback con diversos detalles en tono cromado como las fundas de los retrovisores, las estriberas o los labios del spoiler delantero y trasero. Lo recogemos con 6665 kilómetros y nos ponemos a rodar con él. A MODO DE RECUERDO. Exteriormente, la línea del vehículo es la habitual, tan solo modificada con los aditamentos cromados de la serie limitada, un pequeño logo que recuerda el combustible que utiliza y como no la pegatina ECO en el parabrisas delantero. Otra modificación respecto a versiones anteriores son las llantas que en tiempos pretéritos eran de una pulgada menos que las del coche probado que son de 18 y exclusivas de la serie limitada. A bordo, espacio de sobra, asientos que aunque envuelven poco, son cómodos y reposacabezas ajustable garantizan hacer largas distancias sin problemas. Las plazas traseras, son amplias para dos ocupantes, y algo justas si son tres, aunque con más anchura que en modelos aparentemente más habitables. El maletero mantiene sus 522 litros de capacidad con cinco ocupantes, alcanzando unos considerables 1848 cuando abatimos los asientos traseros. Bajo el fondo, en el hueco habitual de la rueda de repuesto, va el depósito de gas de 65 litros de capacidad. En tráfico urbano, no hay que olvidar el tamaño del Outback, sobre todo que se acerca a los cinco metros de longitud. Las maniobras son sencillas ya que tenemos cámara trasera y laterales, lo que ayuda en todo momento. EN EL MONTE, Tan solo los ángulos característicos, sobre todo el delantero y el ventral pueden penalizar a nuestro Subaru, ya que la buena altura libre que mantiene los 20 centímetros junto con el sistema de tracción 4×4 Symetrical All Wheel Drive, que nos ayuda siempre. Para acabar de completar las ayudas, activar el X Mode nos permite trabajar en terrenos abruptos. Ahora este modo de conducción automático disfruta de dos posiciones, la primera para cuando las cosas empeoran y necesitamos más tracción a baja velocidad. Roderas profundas, barro considerable y pasos más complicados, nos obligaran a rodar en el segundo modo del X Drive, el más efectivo. Cabe recordar que en el modelo por alrededor de 400 euros podremos sustituir las protecciones plásticas de bajos por unas metálicas, piezas que ofrece el fabricante como accesorio original. También es recomendable si vamos a salir fuera del asfalto con frecuencia, adquirir una quinta rueda completa para tener repuesto, aunque nos ocupe espacio en el maletero. EL GLP, COMPLEMENTO DEFINITIVO. La verdadera novedad del vehículo, es la adopción del segundo combustible a utilizar. Como en otros modelos de gama, tenemos en el salpicadero, un testigo de cantidad de gas disponible. El coche arranca con gasolina convencional, y a los pocos segundos empieza a “tirar” del gas. En marcha, no notaremos diferencias de uno a otro, y decimos a otro, por que el gas se pude desactivar, o bien simplemente consumirse. En este último caso las luces de los testigos cambian. La capacidad es de 65 litros y su comercialización ha mejorado ostensiblemente, estando en cada vez mayor número de estaciones de servicio. En tiempos estaban configurados dispensadores diferentes al resto de combustibles a la venta, pero ahora en los surtidores que lo tienen es uno más. Puestos a ser exigentes, si se nos antoja algo más perezoso con GLP que con gasolina, siendo de paso el motor rumoroso si apretamos el acelerador a fondo, consecuencia del cambio CVT, que por otro lado mantiene su progresividad. “Gas a fondo”, es decir sin utilizar gasolina, conseguimos recorrer más de trescientos kilómetros sin problemas, teniendo en cuenta que en ningún caso hemos pensado en ahorrar. Terminado el depósito de gas, no notamos el cambio a gasolina, funcionando el vehículo sin el más mínimo síntoma de estar trabajando con combustible convencional. Buscamos donde repostar lo antes posible para conseguir seguir rodando a poco mas de 70 céntimos el litro, uno de los mejores argumentos del Outback GLP. Si no repostamos y gastamos el depósito de gasolina podremos llegar si cuidamos el consumo al umbral de los 1100 kilómetros de autonomía, algo al alcance de muy pocos. Para acabar de convencernos, podremos disfrutar de nuestro Subaru en grandes capitales en jornadas de restricciones medioambientales, tenemos etiqueta ECO. Esto confirma lo dicho, que el Outback GLP tiene más opciones de uso que cualquier 4×4 convencional. Porque es lo que es, un 4×4. Lo de llamarle SUV, seria insultarle. Devolvimos el coche con todo el dolor de nuestro corazón con 7675 kilómetros. 1020 más que cuando lo recogimos.