Prueba Volkswagen ID4. SUV eléctrico de los que gustan.
Decimos esto por su diseño exterior y por el atractivo intrínseco de la marca. Es un modelo que desde el primer vistazo, llama la atención. Si se comercializara con motores de combustión, se vendería y bien. De medidas comparables a las de un Tiguan, tiene un diseño aun más afilado y de líneas más depuradas. Ópticas rasgadas y ligeros toques en metal satinado sirven de contraste. Las llantas, también acompañan. El conjunto es atractivo. Si por fuera llama la atención, el interior no se queda a la zaga. Todo reducido al mínimo, con síntesis en la instrumentación, que abusa de lo digital a la hora de activar lo que se necesita. Pantalla de buen tamaño (doce pulgadas), y tapicería bicolor de tacto agradable. Espacio de sobra y buena posición a la hora de conducir, con materiales correctos, y tacto agradable. Las plazas traseras, son más amplias de lo que a priori transmite la anchura exterior del vehículo. Espacio para las piernas holgado en las tres plazas. El maletero cubica 543 litros que suma 1000 más si se abaten los asientos traseros. No cuenta con rueda de repuesto. En marcha, la ausencia habitual de ruido en los vehículos eléctricos, se acentúa en el ID4, señal de que todos los componentes gozan de un buen ensamblado. Perfecto para el tráfico urbano, y muy agradable en cualquier circunstancia. Tiene diferentes modos de conducción, (Eco-Confort-Sport) y dos niveles de recarga en marcha, siendo en la más acusada tan efectiva, que con tino se puede circular aminorando la velocidad solo con la retención sin tocar el freno. En vías rápidas, se mueve con soltura y tiene muy buen comportamiento y prestaciones fulminantes para los 204 caballos anunciados. La autonomía a plena carga esta en el umbral de los 400 kilómetros, lo que permite algún desplazamiento cercano sin necesidad de enchufarlo. Es una opción buena para quienes tengan necesidad de un vehículo de estar características, con buen espacio interior y tamaño recogido. Habrá que desembolsar mínimo 40600 euros sin descuentos para hacerse con uno. En el monte, mejor la versión 4×4. La tracción trasera, no supone una gran ayuda fuera del asfalto y tan solo nos permitirá progresar con garantías en caminos en muy buen estado, sobre todo por la escasa altura libre del ID4. Si se necesita rodar por pisos deslizantes con cierta asiduidad, lo mejor es optar por la versión GTX de tracción total gracias a que incorpora dos motores y rinde el equivalente a 300 caballos. Eso sí, teniendo en cuenta el peso y los neumáticos totalmente de asfalto que monta.