abril 21, 2023

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porsche patagonia

Viaje aventura. Patagonia en Porsche.

No importa el modelo ni la antigüedad, con cualquier Porsche es posible vivir una gran aventura. El Director de la revista Curves, Stefan Bogner, lo ha demostrado recientemente en un viaje de 3.500 kilómetros por la Patagonia con dos Cayenne de primera generación, que ya forman parte del catálogo de Porsche Classic. Todo comenzó en el preciso instante en el que se eligieron los coches para este viaje a través de la espectacular y agreste región de América del Sur. Los dos Cayenne, que ya sumaban más de 130.000 kilómetros en sus odómetros, estaban a punto de emprender un recorrido por la Carretera Austral desde Puerto Montt (Chile) hasta Ushuaia (Argentina). Los dos SUV montaban llantas y neumáticos para uso todoterreno. También estaban equipados con portaequipajes, tienda de techo, estribos laterales y protectores de bajos, todos ellos pertenecientes a la gama de accesorios Porsche Tequipment Rumbo al este. Si bien el objetivo final era llegar a la ciudad más austral del continente americano, la expedición partió hacia el este para adentrarse en Bariloche, población argentina íntimamente ligada a la historia de la propia Patagonia. Tras salir de Puerto Montt, la ruta bordeó Llanquihue, el primero de los muchos lagos de diferentes colores que separan los dos países. A los pocos minutos, la caravana se detuvo para escuchar el rugir de las cataratas de Petrohué y disfrutar de sus aguas azules bajo la mirada silenciosa del volcán Osorno. Las curvas de la carretera en la cordillera de los Andes y los paisajes estremecedores de los parques nacionales Puyehue, Nahuel Huapi y Perito Moreno marcaron un inicio de viaje único, no solo para los expedicionarios sino también para los dos Cayenne, que a pesar de su edad se integraban a la perfección en el dramático escenario de fondo. Los 290 CV (213 kW) de potencia y 385 Nm de par que ofrecen sus motores V6 de 3.6 litros fueron suficientes para afrontar los caminos con total solvencia. Aunque en 24 horas no es posible conocer a fondo la “Suiza argentina”, sí da tiempo a disfrutar del lago Nahuel Huapi, visitar el Cerro Catedral y comer un asado de cordero patagónico, chocolates artesanales o los famosos alfajores con dulce de leche. Una copa de vino tinto local es también obligada. Montañas cubiertas de nieve y fiordos grises En el camino de regreso a Puerto Montt, la expedición fue recibida por un cielo plomizo, producto de la constante evaporación de las aguas del Pacífico combinada con las frías temperaturas de los Andes. Con este panorama, algo de lluvia y el graznido de las gaviotas que continuamente pescan en el puerto, los dos Cayenne afrontaron la Ruta 7, también conocida como Carretera Austral, una de las más llamativas del mundo por los extraordinarios paisajes que atraviesa. En menos de 50 kilómetros, los coches llegaron a La Arena, desde donde fueron transportados en ferri a través del fiordo de Reloncaví antes de continuar hacia el sur. Grandes masas de agua y montañas de nieve estuvieron presentes en todo el camino. En Cholgo, el convoy se subió a otra embarcación, esta vez con destino a Pillán, en un viaje de tres horas acompañado de vientos helados, a pesar de ser verano. Tras otro tramo de carretera, los vehículos tomaron un tercer ferri en la desembocadura del río Reñihué antes de volver a la Ruta 7. Las sombras que genera el volcán Michinmahuida de 2.450 metros de altura estuvieron presentes durante los últimos kilómetros antes de llegar a la ciudad de Chaitén, donde tocó hacer una parada para descansar durante la noche. En Chaitén confluyen varios ríos sinuosos de aguas frías, donde abundan los salmones y las truchas. Se extienden a través de verdes valles y desembocan en grandes bancos de arena en la escarpada costa del Pacífico. La ciudad, azotada en mayo de 2008 por la erupción del volcán que lleva el mismo nombre, alberga hoy a unos 700 habitantes y ha perdido el vigor que tenía cuando vivían más de 5.000 personas antes de la avalancha de lodo y lava que la sepultó. Al salir de Chaitén, los neumáticos todoterreno del Cayenne pisaron con determinación la grava de le la Carretera Austral. El pico blanco del volcán Corcovado observaba el paso de los deportivos de Stuttgart desde una altura de 2.300 metros. A unos 45 kilómetros aparecieron las aguas de color verde esmeralda del lago Yelcho. Sus 116 km de superficie obligan a la Carretera Austral a abrirse paso hacia el oeste. Para atravesar el lago Yelcho hay que cruzar un viejo puente colgante, cuyos pilares de hormigón deteriorado por el paso del tiempo sostienen los cables oxidados de un tramo que apenas rebasa la anchura de una camioneta. Cruzar las aguas oscuras supone llegar al fin de la civilización. En este punto la expedición se convirtió en una verdadera aventura, donde la naturaleza manda. Los tramos embarrados que hacen patinar las ruedas, los socavones en mitad de la pista y la grava interminable hacen que esta parte del recorrido parezca un rallye. Sin embargo, los coches solventaron la ruta sin problema alguno. De hecho, en este punto, el equipo recordó que entre 2006 y 2008 el Cayenne participó en el Rallye Transsyberia, donde compitió contra otros coches durante más de 10.000 km entre Berlín y el lago Baikal en Rusia. El ritmo de vida en esta región del Pacífico es lento. Dicen sus pocos habitantes que “el que se apresura en la Patagonia pierde el tiempo”. Por ello, parte de la expedición se desvió hacia el oeste para visitar el fiordo Piti Palena, mientras otros disfrutaban de la pesca en los lagos o de actividades como el rafting, el kayak o el avistamiento de delfines y ballenas. También había excursiones a caballo y termas de agua caliente para el relax. Piti Palena es un buen lugar para saborear una sopa cremosa de almejas o comer tiras de pescado frito tipo espagueti con guarnición de patatas. También es un entorno adecuado para abrir la tienda

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Viaje aventura. Patagonia en Porsche.

No importa el modelo ni la antigüedad, con cualquier Porsche es posible vivir una gran aventura. El Director de la revista Curves, Stefan Bogner, lo ha demostrado recientemente en un viaje de 3.500 kilómetros por la Patagonia con dos Cayenne de primera generación, que ya forman parte del catálogo de Porsche Classic. Todo comenzó en el preciso instante en el que se eligieron los coches para este viaje a través de la espectacular y agreste región de América del Sur. Los dos Cayenne, que ya sumaban más de 130.000 kilómetros en sus odómetros, estaban a punto de emprender un recorrido por la Carretera Austral desde Puerto Montt (Chile) hasta Ushuaia (Argentina). Los dos SUV montaban llantas y neumáticos para uso todoterreno. También estaban equipados con portaequipajes, tienda de techo, estribos laterales y protectores de bajos, todos ellos pertenecientes a la gama de accesorios Porsche Tequipment Rumbo al este. Si bien el objetivo final era llegar a la ciudad más austral del continente americano, la expedición partió hacia el este para adentrarse en Bariloche, población argentina íntimamente ligada a la historia de la propia Patagonia. Tras salir de Puerto Montt, la ruta bordeó Llanquihue, el primero de los muchos lagos de diferentes colores que separan los dos países. A los pocos minutos, la caravana se detuvo para escuchar el rugir de las cataratas de Petrohué y disfrutar de sus aguas azules bajo la mirada silenciosa del volcán Osorno. Las curvas de la carretera en la cordillera de los Andes y los paisajes estremecedores de los parques nacionales Puyehue, Nahuel Huapi y Perito Moreno marcaron un inicio de viaje único, no solo para los expedicionarios sino también para los dos Cayenne, que a pesar de su edad se integraban a la perfección en el dramático escenario de fondo. Los 290 CV (213 kW) de potencia y 385 Nm de par que ofrecen sus motores V6 de 3.6 litros fueron suficientes para afrontar los caminos con total solvencia. Aunque en 24 horas no es posible conocer a fondo la “Suiza argentina”, sí da tiempo a disfrutar del lago Nahuel Huapi, visitar el Cerro Catedral y comer un asado de cordero patagónico, chocolates artesanales o los famosos alfajores con dulce de leche. Una copa de vino tinto local es también obligada. Montañas cubiertas de nieve y fiordos grises En el camino de regreso a Puerto Montt, la expedición fue recibida por un cielo plomizo, producto de la constante evaporación de las aguas del Pacífico combinada con las frías temperaturas de los Andes. Con este panorama, algo de lluvia y el graznido de las gaviotas que continuamente pescan en el puerto, los dos Cayenne afrontaron la Ruta 7, también conocida como Carretera Austral, una de las más llamativas del mundo por los extraordinarios paisajes que atraviesa. En menos de 50 kilómetros, los coches llegaron a La Arena, desde donde fueron transportados en ferri a través del fiordo de Reloncaví antes de continuar hacia el sur. Grandes masas de agua y montañas de nieve estuvieron presentes en todo el camino. En Cholgo, el convoy se subió a otra embarcación, esta vez con destino a Pillán, en un viaje de tres horas acompañado de vientos helados, a pesar de ser verano. Tras otro tramo de carretera, los vehículos tomaron un tercer ferri en la desembocadura del río Reñihué antes de volver a la Ruta 7. Las sombras que genera el volcán Michinmahuida de 2.450 metros de altura estuvieron presentes durante los últimos kilómetros antes de llegar a la ciudad de Chaitén, donde tocó hacer una parada para descansar durante la noche. En Chaitén confluyen varios ríos sinuosos de aguas frías, donde abundan los salmones y las truchas. Se extienden a través de verdes valles y desembocan en grandes bancos de arena en la escarpada costa del Pacífico. La ciudad, azotada en mayo de 2008 por la erupción del volcán que lleva el mismo nombre, alberga hoy a unos 700 habitantes y ha perdido el vigor que tenía cuando vivían más de 5.000 personas antes de la avalancha de lodo y lava que la sepultó. Al salir de Chaitén, los neumáticos todoterreno del Cayenne pisaron con determinación la grava de le la Carretera Austral. El pico blanco del volcán Corcovado observaba el paso de los deportivos de Stuttgart desde una altura de 2.300 metros. A unos 45 kilómetros aparecieron las aguas de color verde esmeralda del lago Yelcho. Sus 116 km de superficie obligan a la Carretera Austral a abrirse paso hacia el oeste. Para atravesar el lago Yelcho hay que cruzar un viejo puente colgante, cuyos pilares de hormigón deteriorado por el paso del tiempo sostienen los cables oxidados de un tramo que apenas rebasa la anchura de una camioneta. Cruzar las aguas oscuras supone llegar al fin de la civilización. En este punto la expedición se convirtió en una verdadera aventura, donde la naturaleza manda. Los tramos embarrados que hacen patinar las ruedas, los socavones en mitad de la pista y la grava interminable hacen que esta parte del recorrido parezca un rallye. Sin embargo, los coches solventaron la ruta sin problema alguno. De hecho, en este punto, el equipo recordó que entre 2006 y 2008 el Cayenne participó en el Rallye Transsyberia, donde compitió contra otros coches durante más de 10.000 km entre Berlín y el lago Baikal en Rusia. El ritmo de vida en esta región del Pacífico es lento. Dicen sus pocos habitantes que “el que se apresura en la Patagonia pierde el tiempo”. Por ello, parte de la expedición se desvió hacia el oeste para visitar el fiordo Piti Palena, mientras otros disfrutaban de la pesca en los lagos o de actividades como el rafting, el kayak o el avistamiento de delfines y ballenas. También había excursiones a caballo y termas de agua caliente para el relax. Piti Palena es un buen lugar para saborear una sopa cremosa de almejas o comer tiras de pescado frito tipo espagueti con guarnición de patatas. También es un entorno adecuado para abrir la tienda

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