Recorremos en este viaje la zona fronteriza entre el Perú y el Ecuador; un destino siempre cálido que nos recuerda en determinadas épocas del año los más espesos ecosistemas atlánticos europeos, y en donde se concentran algunas de las mayores reservas mundiales de oro.
A diferencia de nuestros anteriores viajes a la zona, en esta ocasión hemos elegido la estación de las lluvias, que abarca desde febrero hasta abril. En anteriores ocasiones ya hemos comprobado la riqueza natural de esta zona, pero queremos ver cómo afectan las lluvias a este tipo de selva, conocida, paradójicamente, como bosque seco tropical.
Llegamos en avión a Piura, después de haber hecho escala en Lima. Santa María de Piura fue la primera ciudad fundada por Francisco Pizarro en el Perú en 1532; Hoy se encuentra hermanada con la ciudad española de Trujillo, cuna del conquistador. A pesar de haber cambiado de emplazamiento (el actual data de 1588) en 3 ocasiones por diversos motivos, conserva un centro de trazado colonial, con algunas casas de esa época, y su Catedral, construida el mismo año de fundación de la ciudad.
Al Sur de Piura, y hasta llegar a Chiclayo, la Carretera Panamericana es una recta sin final que atraviesa el desierto de Sechura. Cerca de 20.000 Km2 de tierra árida, encajada entre el Pacífico y las últimas estribaciones de los Andes peruanos. Al margen de algunos manglares en la zona costera, que se alternan con infinitas playas vírgenes, se trata de un desierto en toda regla, con sus grandes extensiones de arena, sus dunas y sus oasis. Un paraíso para los amantes del 4×4.
Si tomásemos rumbo Oeste, en apenas 50 kilómetros habríamos llegado a la costa de Paita. Y desde ahí, hacia el Norte, toda la sucesión de playas de Talara, Máncora y Tumbes, con sus instalaciones balnearias, que se citan entre las mejores del Perú.
Al Este, comenzaríamos poco a poco a ganar altura, hasta atravesar los Andes por el que, con seguridad, será el paso más suave de toda la cordillera, al menos en el Perú. Esto nos situaría en el valle del Marañón, que junto con el Huallaga y el Ucayali formarán el Amazonas bastante más al este, ya cerca de Iquitos, importante ciudad a la que sólo es posible acceder en avión o por el propio río. Pero la Amazonía sería suficiente para toda una serie de viajes más.
En esta ocasión dirigimos nuestras ruedas rumbo Norte. No será difícil alquilar una “camioneta” en Piura; existen varias empresas especializadas en alquileres de corta o larga duración, pues muchas son las empresas extranjeras con inversiones en la zona que precisan habitualmente de este tipo de vehículos. Para nuestro viaje contamos con una Toyota Hi-Lux, modelo que está ampliamente extendido en este país.
El primer tramo de la ruta es una prolongación del desierto, rumbo Norte, hasta llegar a Sullana. Aunque seguiremos por la Panamericana, que aquí gira hacia el Este, haremos un alto para acercarnos a Marcavelica, zona regada por el río Chira, que la convierte en un auténtico vergel que contrasta con el desierto circundante.
Continuamos ahora por la Panamericana, hasta alcanzar la población de Tambo Grande, un importante centro agrícola; limones, mangos, cocos… El paisaje empieza a cambiar y la sequedad del desierto ha quedado atrás; en el horizonte, se empieza a distinguir un paisaje mucho más verde y montañoso.
Continuando nuestro camino, el primer hito importante lo tenemos en Las Lomas; una población de reciente creación donde todo gira en torno a la minería. Ferreterías, suministros químicos, tiendas, “picanterías” y “chongos”, todo pensado en las necesidades de los miles de mineros que, con mayor o menor fortuna, horadan a diario las montañas circundantes en busca de una buena veta que los saque de la miseria. Mientras eso ocurre, un salario de unos 200 soles semanales será suficiente para malvivir de lunes a sábado, y gastarse el exiguo resto durante el domingo en cerveza (3 soles) y mujeres (20 soles). Es la filosofía de vida arraigada en la zona.
De nuevo hacia el Norte, y sin dejar en ningún momento la Vía PanAm (que así se llama en el Perú) la mayor presencia policial nos recuerda nuestra proximidad a la frontera; sin embargo, todavía deberemos recorrer cerca de 50 kilómetros por una cada vez más serpenteante carretera hasta alcanzar el Puente Internacional, uno de los 4 únicos pasos “legales” entre el Perú y el Ecuador, a pesar de sus más de 2000 Km. de frontera común.
El Puente Internacional es una especie de microcosmos donde se centraliza una buena parte de la actividad económica de la zona, basada en gran parte, como en casi todas las fronteras latinoamericanas, en el contrabando. Básicamente, de combustible, propiciado por la abismal diferencia de precio entre el Perú y el Ecuador, y que se vende sin tapujo alguno en las mismas casas del lado peruano del puente, delante de la policía, el ejército y las oficinas aduaneras, todos ellos convenientemente arreglados. No será lo único; aunque en menor grado, también se puede ver (o intuir, en muchos casos) el paso de otros productos, como animales, comestibles, maquinaria, productos químicos… o drogas, que, producidas en el Perú, se distribuyen a través del Ecuador a un buen número de países.
Ya en el Ecuador, en apenas 3 kilómetros nos encontramos con Macará, una pequeña ciudad de servicios que, comparada con las del Norte del Perú, se nos antoja limpia y cuidada; en ella, se respira una cierta prosperidad, marcada en gran parte por las mismas actividades económicas del Puente Internacional…
Antes de continuar viaje hacia el Norte, debemos tener en cuenta que, para circular con nuestro vehículo “peruano” fuera de la provincia fronteriza de Loja, es necesaria la obtención de un permiso en la aduana, y que si el vehículo no está a nuestro nombre, deberemos disponer de una autorización del propietario, algo difícil si es alquilado. Quizás la mejor opción sea contratar los servicios de un taxi en Macará (con precios en la línea de los del combustible y casi todos ellos 4×4) y realizar con él el resto del recorrido. En nuestro caso, dispusimos para nuestro uso de un Toyota FZJ80 con motor gasolina de 4.5 litros, cedido amablemente por una empresa minera española con explotaciones en la zona.
Continuamos viaje por la Panamericana, que en este tramo ecuatoriano recibe el nombre de Troncal de la Sierra. Aunque ya hemos tenido ocasión de tener contacto con las actividades mineras de la zona, queremos acercarnos hasta Portovelo, en la provincia de El Oro, cuyo nombre lo dice todo…
Apenas salimos de Macará, la carretera comienza a subir entre curvas y bancos de niebla; no debemos bajar la guardia pues, a tramos impecablemente asfaltados, se suceden otros con grandes socavones, e incluso sin asfaltar, sin previo aviso. Enseguida nos damos cuenta de que el Ecuador es un país radicalmente distinto al Perú. Cada cadena montañosa es el preludio de otra, y entre ellas se suceden valles con pequeñas poblaciones enlazadas con pistas, en mejor o peor estado, sin depender de ningún criterio racional.
Nuestra ruta continúa entre curvas, ríos y montañas hasta pasar Catacochas (el primer lugar donde podremos repostar sin “racionamiento”) y Velacruz. Desde allí, podemos circular hacia la costa por una fantástica carretera, aunque nosotros continuaremos un poco más adelante, hasta un cartel que nos dirige a Portovelo por la izquierda, por una pista habitualmente en buen estado.
La pista serpentea de nuevo por la montaña, pasando valle tras valle, hasta comenzar a perder altura y emparejarse con el cauce del río Amarillo, llamado así desde tiempos pretéritos; no por el tono que hoy presentan sus aguas, víctimas de los vertidos de las instalaciones mineras, sino porque en sus orillas se distinguía el oro a simple vista…. A partir de ese punto, una bonita pista, bastante transitada, y que puede estar complicada en época de lluvias, nos llevará al límite provincial de El Oro, donde ya se convertirá en asfalto hasta Portovelo.
Portovelo es una curiosa ciudad, cargada de historia; de historia minera. Así lo atestiguan muchas de sus construcciones, en madera, vestigio de aquéllas que la South America Development Company construyera para sus trabajadores a finales del siglo XIX, cuando comenzó la explotación industrial de la minería a base de galerías que hoy horadan el subsuelo de la ciudad.
Pero la historia de Portovelo va mucho más allá; ya en 1539, los españoles remontaron el río hasta aquí, en busca de El Dorado, guiados por la gran cantidad de pepitas que sus aguas contenían; y se dice que el rescate de Atahualpa (una habitación llena de oro), que los incas pagaron infructuosamente a Pizarro, provenía en gran parte de las vetas de Portovelo y Zaruma.
Y estando aquí, no podemos terminar nuestro recorrido sin acercarnos a ésta última ciudad. A tan sólo 10 Km., Zaruma es un bonito lugar, dicen que una de las más bellas ciudades del Ecuador. Conserva gran parte del tejido colonial construido por los españoles apenas iniciado el siglo XVI, y gran parte de sus construcciones. Y está, como Portovelo, construida sobre una rica zona aurífera. Se cree que, solo de las minas de Zaruma, fueron trasladadas a España cerca de 3000 toneladas de oro. Estadísticas al margen, lo cierto es que hoy podemos disfrutar de una bonita ciudad, limpia y ordenada, que además de su importantísima faceta minera, ha sabido sacar provecho del turismo.
Y es que, del Ecuador, podemos escribir lo mismo que dijo Camilo José Cela de la Alcarria: es un bonito país al que a la gente no le da la gana ir.
Gastronomía
Cuando uno llega por vez primera a estas tierras, cuesta imaginar que exista una gastronomía más allá del arroz con pollo. Sin embargo, una estancia prolongada nos ayuda a descubrir platos como la ronda criolla, una especie de surtido de comida regional, donde no falta el seco de chavelo (plátano chancado y frito con diversos tipos de pimiento picante y carne en pequeños trozos), las costillas de chancho (cerdo) o la yuca majada. Muy populares son también los ceviches, propiciados por la cercanía del mar, entre los cuales el más típico de la zona es el de conchas negras, u otros platos como el copús (carne estofada) o el cuy (un roedor de mediano tamaño preparado de diversas maneras). No debemos dejar de probar los exquisitos “jugos”, muchos de ellos procedentes de frutas totalmente incógnitas para nosotros.
Fauna
Si nos adentramos por la selva a través de las pistas, o peor aún, a pie, debemos prestar atención a una fauna no siempre inofensiva; pequeños (o no tan pequeños) insectos, capaces de transmitir enfermedades como el dengue, o una gran variedad de lepidópteros; arácnidos venenosos, de tamaño XXL; serpientes mortales de necesidad, como el macanche o el colambo; diversos tipos de reptiles; grandes mamíferos agresivos, como el puma o los sajinos, una especie de jabalíes de gran tamaño, u otros más pacíficos, como varias especies de simios, o marsupiales como el guanchaco. En esta relación no pueden faltar tampoco las aves, representadas por numerosas especies de loros e incluso por algunas rapaces.
Flora
A una gran cantidad de especies florales, se unen un buen número de especies superiores, en una zona donde la deforestación se ha realizado muy limitadamente en busca de otros usos del suelo, como la ganadería o la minería. Árboles de grandes dimensiones se encuentran en este ecosistema. De entre todos ellos podemos destacar el guayacán (Tabebuia chrysantha) y el gualtaco (Terminalia valverdeae), ambos con madera de gran dureza y resistencia utilizada en ebanistería, lo que los pone en el punto de mira de la sobreexplotación; la caoba (Swietenia microphylla), que no necesita presentación; y, sin duda, el más carismático de ellos, el ceibo (Ceiba trichistandra); un árbol de grandes dimensiones (hasta 40 m de altura y 4 de diámetro de tronco), que nos recuerda al baobab, con una madera muy esponjosa que acumula gran cantidad de agua durante la estación de las lluvias, en la que aumenta considerablemente de grosor.
Actualmente, las talas están totalmente reguladas, y para la extracción de las apreciadas maderas tropicales se requiere, entre otros requisitos, un plan de reforestación que incluya 10 nuevos pies por cada árbol talado. Las talas ilegales, por su parte, están penadas con un buen número de años de cárcel.
Cómo llegar
Para llegar a la zona objeto de este viaje, hay dos opciones; la primera de ellas consiste en volar directamente hasta Guayaquil, en el Ecuador; una vez allí, deberemos desplazarnos en vehículo particular o bien en autobús hasta la ciudad fronteriza de Macará, en un viaje de 6 a 10 horas dependiendo del medio elegido.
La segunda opción consiste en volar hasta Lima, y desde allí (hay varias compañías locales que lo hacen) hasta Piura. Desde allí hasta Puente Internacional (la parte peruana de la frontera) tenemos de 2 a 3 horas en coche o autobús.
Moneda
En el Perú, la moneda oficial es el Nuevo sol; Un Euro son aproximadamente 3,70 Nuevos Soles. Hay monedas de 5, 10, 20, 50 Cts. y 1, 2 y 5 Nuevos Soles, y billetes de 10, 20, 50, 100 y 200 Nuevos Soles.
El Ecuador carece de moneda propia desde el año 2000, utilizando el Dólar USA. Emite moneda fraccionaria, de 1, 5, 10, 25 y 50 Cts., que comparten tamaño con las monedas USA de las mismas valoraciones y conviven con ellas. Las monedas de 1 $ y los billetes utilizados (1, 5, 10, 20, 50, y 100 $) son exclusivamente los emitidos por la Reserva Federal Norteamericana.
En la práctica, en la zona fronteriza se aceptan ambas monedas sin problema, siendo además muy fácil encontrar lugares para el cambio.
Policía
Las fuerzas de seguridad, especialmente en el Perú, están bastante alejadas de los parámetros occidentales. Su única preocupación suele ser obtener algún ingreso extra, por lo que debemos evitarlos en lo posible, pues de lo contrario no tendrán reparo en pedirnos una ayudita sin motivo justificado. Distinta es la situación en el Ecuador, pues si bien pueden adoptar un exceso de celo en cuestiones sin importancia o no mostrar interés alguno en temas de mayor gravedad, son mucho más íntegros a la hora de pedir dinero.
Seguridad
Otro factor delicado en esta zona. Especialmente en las grandes ciudades del Perú, debemos adoptar mil precauciones. Jamás dejar el coche abierto ni objetos de valor en él, nunca retirar mucho dinero en bancos, evitar la noche en la medida de lo posible… todas las precauciones son pocas en un país donde los robos con violencia y los asesinatos están a la orden del día.
Conducción
Si creíamos haberlo visto todo en materia de caos circulatorio, debemos esperar a circular por ciudades como Piura o Sullana. Las normas parecen no existir, y no se circula ni por la derecha ni por la izquierda, simplemente, se circula por donde se pueda. Los parques automovilísticos envidiarían sin duda los de los países norteafricanos y, a todo ello, debemos añadir tres elementos más: los mototaxis, que, ajenos a su fragilidad, aparecen por cualquier lado; la ingesta de alcohol por parte de los conductores, en una cultura donde está fuertemente arraigado y apenas controlado; y la elevada presencia de ganado en la vía. Los accidentes con víctimas están a la orden del día, y la asistencia hospitalaria sólo se realiza PREVIO pago; sin este requisito, podemos desangrarnos en cualquier hospital mientras esperamos que alguien pague nuestra asistencia…
Y un último consejo: evitar a toda costa circular de noche, los peligros se multiplican exponencialmente.
Climatología
Estamos en la franja intertropical, y muy cerca de la línea ecuatorial. Por tanto, aquí siempre hace calor. No obstante, el invierno (febrero y marzo, básicamente) es la época más cálida, y además, llueve cada día… y lo hace intensamente, convirtiendo pistas en buen estado en auténticos infiernos. Después de una noche de lluvia tropical, debemos olvidarnos de hacer off road, al menos hasta el mediodía, en que el intenso sol ecuatorial habrá secado los caminos lo suficiente para poder avanzar por ellos.
Combustible
En Perú, los precios de los combustibles son algo más bajos que en Europa: en torno a los 13 Soles por galón (unos 0,90 €/L), muy parecidos para todos los combustibles. En Ecuador son mucho más económicos: 1 US$ por galón de diésel (Unos 0,20 €/L) y de 1,50 a 2,20 US$ por galón de gasolina (de 0,30 a 0,50 €/L), dependiendo de la calidad de la misma. Esta diferencia de precio, y el hecho de que en los “grifos” de la ciudad fronteriza de Macará no suministren combustible a los vehículos peruanos, ha hecho florecer un importante negocio: el contrabando, contra el que se intenta luchar con un medio que debemos tener en cuenta: a los vehículos ecuatorianos se les suministra en días alternos, y sólo una pequeña cantidad. Aún así, en la parte peruana de la frontera (Puente Internacional) tenemos a nuestra disposición gran cantidad de combustible “ecuatoriano”, a precios bastante más baratos de los oficiales en el país: 70 Soles la caneca de diesel (10 galones), es decir, unos 0,50 €/L; la gasolina, a 80 Soles la caneca (0,55 €/L)
Usos y costumbres
La diferencia horaria con España varía entre 6 y 7 horas, dependiendo de la época del año. Los horarios son distintos. Muchos comercios abren a las siete ó siete y media, y a las doce de la mañana tiene lugar el almuerzo; a las cinco de la tarde está casi todo cerrado, y más tarde de las siete es difícil encontrar un sitio para cenar.
El consumo de alcohol está muy extendido en ambos países. La cerveza se sirve helada, en botellas de 650 cc., y es común ver grupos de personas vaciar caja tras caja en torno a una mesa. Quizás por ello, los domingos está prohibido vender alcohol en el Ecuador, para que los lunes la gente acuda a sus puestos de trabajo. En la zona fronteriza, ello provoca un éxodo masivo hacia el Perú, con sus consecuencias en forma de fatales accidentes de tráfico a la vuelta.
La promiscuidad de la población es muy temprana y elevada. Es muy normal ver parejas de 13 ó 14 años con hijos, y también lo es tener varios a los 20, muchas veces, de varias parejas.
También es elevada la religiosidad de la población, lo que hace que lugares como iglesias, Cristos, cementerios, e incluso, lugares de fallecimiento, adquieran una relevancia especial y se encuentren muy señalados.
Quizás por esta marcada religiosidad, el fallecimiento de un ser querido es un acontecimiento importantísimo; éste será velado durante tres días en su propio hogar, correctamente engalanado para la ocasión de forma proporcional a los recursos del finado, y para acoger mejor a familiares y amigos se instalarán unas carpas con música, sillas, mesas y cervezas frías cortando la calle (aunque sea la carretera Panamericana). Las propias funerarias se encargan de gestionar todos estos servicios…
Diccionario
A pesar del uso del castellano, se emplean multitud de palabras y expresiones distintas. Aquí van unas cuantas.
Picantería: Bar
Cevichería: Restaurante
Chancho: Cerdo
Res: Vaca
Gaseosas: Refrescos en general
Chongo: Prostíbulo o burdel
Flaca: Mujer de buen ver
Concha: Coño
¡¡¡La concha tu maadre!!!: ¡¡¡Coño!!! (También existe “La reconcha…” para casos graves)
Plata: Dinero
Un buen billete: mucho dinero
Carro: Coche
Camioneta: Pick Up ó vehículo 4×4
Moto: Mototaxi
Moto lineal: Moto
Llanta: Neumático
Aro: Llanta
Pista: Carretera
Trocha: Pista
Manejar: Conducir
Cuadrar: Aparcar
Parqueadero: Aparcamiento
Malograr: Romper
Prender el carro: Arrancar el coche
Doble: Tracción 4×4
Candados: Cubos de rueda
Pernos: Tornillos
Grifo: Gasolinera
Caneca: Recipiente para combustible de 10 galones (37 litros)
Galonera: Cualquier recipiente de un galón (3,7 L.)
Funda: Bolsa o saco
Celular: Móvil
Timbrar: Llamar
Departamento: Apartamento
Cancelar: Pagar
Botar: Tirar (desechar)
Jalar: Tirar (arrastrar)
Cabecear: Mezclar
Balancear: Equilibrar
Quebrada: Curso de agua estacional
Mono: Dícese en el Perú a los ecuatorianos
Chibolo: Chaval
Pelao: Niño o joven
Pelá: En el chongo, dícese de muchacha muy joven aprendiendo el oficio
Cojudo: Tonto, bobo
Un ratito: ahora mismo
Ahorita mismo: Ni se sabe cuando…
Largo: Todo recto
Harto, hartísimo: Mucho, muchísimo