COMBATIR LA MONOTONIA A BORDO DE UN CLÁSICO.
Treinta mil kilómetros, diecisiete países y casi dos meses por delante, parecen de lo mas atractivo. Hay quien lo ha llevado a cabo y en solitario. Pero antes de arrancar, conviene conocer los orígenes.
Texto: Jordi Nierga. Fotos. Mario Vives.
EDICIÓN EN PAPEL EN LA REVISTA AUTOAVENTURA 4X4.
El reto apareció en su vida de forma categórica. “Llegó un momento en el cuál pensé: o me corto las venas o me las dejo crecer. Me encontraba al límite con un negocio que hasta entonces no había dejado de crecer pero que, con la llegada de la crisis, me provocó un fuerte revés emocional”, explica antes de puntualizar que el ecuador que simboliza el medio siglo de vida también influyó en la decisión: “Tenía casi cincuenta años, mi vida iba pasando y necesitaba automotivarme. Notaba que tenía que hacer algo diferente”. Y la diferencia llegó. Concretamente, se liberó de la prisión monótona del día a día con un proyecto mayúsculo con destino al Estrecho de Bering, un itinerario apreciado por el exotismo que despertaba la zona más oriental de Rusia, mucho menos “explotada” que el continente africano. De hecho, quizá fue por este desconocimiento del territorio siberiano y mongol que la idea se topó con una opinión adversa personificada en el discurso familiar, en las charlas con los amigos o en los comentarios de la gente conocida. “El proyecto no lo entendía nadie, pero se trataba de un aspecto personal y sentía que tenía que llevarlo a cabo”. La llegada de la aventura era irrevocable y se formalizó con una rueda de prensa previa que el propio Mario aprovechó para augurar dos añoranzas destacables. Primero tiró de emocionalidad y luego siguió con una pequeña dosis de pragmatismo: “Lo que echaré más en falta es a mi mujer y a mis dos hijos; y también a una buena ducha”, comentó Vives a mitad del verano del año pasado, justo antes de recorrer miles de kilómetros por el asfalto y por caminos terrosos con más incógnitas que polvo.
UNA IVECO VETERANA.
Para hacer realidad su desafío personal se fijó en una compañera de viajes motorizada con más de veinte años en circulación. Antes, el rol de la Iveco Daily era el de transportar a los clientes de la empresa hacía lugares idóneos para practicar el barranquismo o el trekking acuático, dos de las actividades exteriores que se proyectan desde Fang Aventura. Con una materia prima ya preparada para las rutas en cuatro por cuatro, la preparación del vehículo fue una tarea muy concisa: “Se trataba de una furgoneta de diez plazas, por lo que tuvimos que sacar los asientos de detrás para habilitar una cama y una pequeña cocina. La camperización, procesada por la firma sevillana Elefant Camper, fue austera pero muy efectiva teniendo en cuenta el tipo de viaje: mucha capacidad de carga y un espacio para dormir”, explica. La reforma mecánica de la Daily, así como los gastos logísticos y técnicos del propio viaje, no hubieran sido posibles sin la colaboración desinteresada de un buen puñado de personas, entidades y empresas. La gratitud de Mario, inacabable, se bifurca en un par de destinatarios de distinta índole: las personas anónimas, que lo ayudaron económicamente a la hora de cubrir gastos como los 4.500 euros en combustible; y los sponsors, unos patrocinadores variopintos que reforzaron el proyecto desde sus respectivos enfoques: la empresa de comida Casa Daniel, de Santa Pau, le aprovisionó con suficientes kilos de carne y embutidos previstos para todo el viaje; la sofisticación de un buen G.P.S. corrió a cargo de Navigattor, compañía referente en materia de navegación para todoterrenos; y MC Ingeniería se vacío técnicamente para realizar una homologación impoluta de la experimentada furgoneta. No fueron los únicos “culpables” a la hora de materializar la idea de Vives. El proyecto también contó con el patrocinio de Grip Motorsport 4×4, Midland, Driving Challenge, Almont4wd y 4×4 Pasión, y con la colaboración de Neumaticos Sala, Tratauto, Rètols Noguer, Profender, ITC Power, el Patronato de Turismo Costa Brava y el Ayuntamiento de Sant Miquel de Campmajor. La transformación del reto estaba en proceso. En poco tiempo había pasado de ser un pensamiento individual a convertirse en un sueño compartido con una denominación lacónica, Personal World Challenge, y con un leitmotiv trivial pero muchas veces subestimado e, incluso, inalcanzable: aprender a adaptarse a las distintas situaciones; aprender a superarse.
INICIO CON CONTRATIEMPO.
Mario y su Iveco no estuvieron solos. Al menos durante los primeros veintidós días, período de tiempo en el cuál se sumó a la iniciativa Daniel Revidiego, un amigo personal del propulsor del viaje. “Nos conocíamos desde hacía muchos años, habíamos trabajado juntos durante bastante tiempo y habíamos competido en un buen número de raids de aventura. Era una persona bastante polivalente y efectiva para acompañarme, nos complementábamos”, define Mario.
Juntos iniciaron el viaje el primer día de agosto. Fue un estreno intenso que pudo adquirir una transcendencia definitiva a solo pocos kilómetros de haber emprendido el trayecto. “Salí de Banyoles y cuando llegué a La Junquera la temperatura del coche aumentó a tope”, cuenta Mario antes de concretar que el incremento de calor se produjo a causa de la desconexión del electromagnético del ventilador. Aquél fue un contratiempo muy prematuro que tiñó los primeros instantes de la aventura de un pesimismo incipiente: “Pensaba que no lograría mi objetivo y me agobié un poco. Tenía dos opciones: volver atrás o seguir avanzando”. La decepción fue efímera y el trayecto siguió con entusiasmo y concibiendo el clima interior durante las subidas empinadas, los tramos donde el ventilador tenía que rendir sobremanera, “como si de una sauna se tratase”.
Con el temprano problema mecánico llegaba la primera lección del viaje: sobreponerse y adecuarse a las situaciones desfavorables. Éste fue un pensamiento recurrente durante el trayecto inicial, especialmente entre las localidades de Perpiñán i Montpellier, etapa donde Mario analizó las entrañas del porqué de su reto y discurrió sin cesar sobre la necesidad de poseer elementos que su automóvil no tenía: unos depósitos adicionales de agua y gasoil, una calefacción estática o la anhelada ducha. “Cuando llegué a Montpellier hice un reset. Comencé a entender que tenemos que ser felices y conformarnos con lo que poseemos, no con lo que queremos. Lo importante es seguir luchando, seguir avanzando y aprendiendo”, narra.
Cavilando hacía el autoconvencimiento, la Daily prosiguió su camino con un ritmo firme pero sin alardes de velocidad innecesarios. Con este compás constante, sin pausa, la curiosidad viajera de Vives ya había llegado antes a países como Austria, el Reino Unido o Marruecos, un lugar este último donde bajaba frecuentemente antes de adentrarse en el sector empresarial. El objetivo de reprender la aventura era claro: “Retornar al instinto más juvenil, cuando quizá no tenía tanto dinero pero sí muchas más ganas de vivir la esencia de la vida”.
Ni el repentino fallo del ventilador ni las suposiciones mustias fueron un bache para recorrer los 1.273 kilómetros que separan el lago de Banyoles de la fronteriza Trieste, en Italia. La ciudad a orillas del Adriático, ubicada a un suspiro de Eslovenia, se erigió como el primer punto de descanso de la ruta. Elegir un lugar para dormir no fue una cuestión para nada elitista: “Me paré a dormir cerca de una gasolinera, como hago de costumbre cuando viajo por Europa”, revela. Continuara…
VIAJERO CONVENCIDO.
El empresario Mario Vives, de 51 años, hizo resurgir su instinto aventurero viajando miles de kilómetros a bordo de una Iveco Daily 4×4 del 92 Enfrentarse al crudo itinerario de la rutina a bordo de una Iveco Daily 4×4 del 92. Así fue como el empresario Mario Vives, de 51 años, edificó un reto personal en busca de nuevas experiencias, de sensaciones desconocidas y de un sentido vital en decadencia y afectado por una crisis económica cada vez más omnipresente. La decisión, que siguió el patrón impulsivo de su carácter visceral y apasionado, se justifica con un currículum lleno de adrenalina. Y es que Mario ya lleva más de un cuarto de siglo dedicándose a los deportes de aventura con su empresa Fang Aventura, en Sant Miquel de Campmajor (Banyoles, provincia de Girona), como principal baluarte, y con sus vivencias en la Camel Trophy Selección Nacional del 94, en la escuela Temco Off Road 4×4 o en la elaboración de distintos road-books como grandes atributos de su carta de presentación.