PEQUEÑO PERO MATON.Los buggies ligeros se muestran como una opción económica asumible por los privados en los pésimos tiempos que corren. En esta ocasión, la imaginación no ha tenido limites y lo que era un Polaris de serie se ha convertido en un original prototipo.
EDICION EN PAPEL EN LA REVITA AUTOAVENTURA 4X4
Los Polaris son mayoría absoluta dentro de la categoría, y han permitido seguir en competición a muchos deportistas, que de tener que preparar un prototipo convencional no hubieran podido. Los buggies ligeros parten de un precio contenido, tienen una preparación más sencilla y un mantenimiento al alcance de cualquier particular con ligeros conocimientos de mecánica. En los malos tiempos que vivimos, son una inmejorable opción.
CONCEPTO ORIGINAL.
“J. L.” Álvarez, es un hombre de quad de toda la vida. Es responsable de multitud de inventos, siendo el más radical aquel en el que a un chasis de Suzuki Vitara le acopló una carrocería de moto de agua y se presento a verificar en un Dakar africano de finales de los noventa tan feliz. Los Comisarios Técnicos, de la categoría de quads, espantados, no le permitieron participar, por “pasarse” en todo. Ahora ha construido algo que siendo original, esta más próximo a un RZR 900 como el que se puede adquirir en cualquier concesionario de lo que parece.{youtube}Fm1VocgKVv4{/youtube}
A nivel mecánico, se elimino el asiento de la derecha y se centro el puesto de conducción, instalando un baquet y centrando pedales y volante. Otra modificación seria ha sido la instalación del depósito. Tras el asiento y el radiador sobre él. También se ha modificado la altura de la admisión. Se han mantenido muchas piezas de origen, y tan solo se han sustituido las que más exigencia puedan tener, bien por otras fabricadas de forma comercial y existentes en el mercado, bien realizadas de forma artesanal. Lo de la carrocería es otro cantar. Se partió de un Smart convencional, que se utilizo como molde creando una carrocería de fibra a escala real tan solo un poco más corta en su parte trasera y sin puertas abatibles. Se construyeron dos unidades, por aquello del repuesto, se pinto una y se acopló. Una vez probada y viendo que todo funcionaba correctamente se remato con la decoración que presenta en la actualidad. Están previstas modificaciones, encaminadas a acabar por cerrar la caja. El resultado ha sido optimo, menos complicado de lo que parece y desde luego habrá dado ideas a más de uno que ya estará pensando como”carrozar” su buggie ligero.
TECNICAMENTE SENCILLO.
El chasis no recibe apenas modificaciones, salvo algún refuerzo en puntos críticos. La carrocería es de fibra de vidrio ya que por falta de presupuesto no se pudo hacer de fibra de carbono. El motor es bicilindrico de 900 c.c. con inyección electrónica EFI. Alcanza los 90 c.v. La tracción es 4×4 desconectable, cortas y largas, siendo la tracción por variador PVT. Monta un arco de seguridad con especificaciones F.I.A. misma circunstancia que el asiento y los arneses. La suspensión es, en el caso del tren delantero de trapecios paralelos con un recorrido de 340 m.m. y la trasera de brazos independientes y 350 m.m. de recorrido. Muelles y amortiguadores Fox Podium X 2.0, las llantas, Braid Rally de 14 pulgadas, con neumáticos (seis en total) 27x 8,5-14” Deposito de 120 litros para garantizar la autonomía, y faros de led, completan la preparación general. Específicamente se ha instalado el soporte de rutometro automático, el G.P.S. el Iritrack, el Tryp Master y el Sentinel. El vehículo sin carga tiene un peso de 620 kilogramos. La altura libre alcanza los 340 m.m. la longitud los 278 c.m,, la altura los 188 c.m. y la anchura los 164 c.m.
ASOMBROSAMENTE EFICAZ.
Desde luego el vehículo en directo tiene una presencia mucho más imponente de lo que las fotos reflejan. La carrocería está muy bien terminada y acoplada y desde luego impacta por donde pasa. El subirse tiene su proceso, en un principio pensamos que nos costaría dado lo angosto de la ventanilla, pero viendo subir a J.L. vimos que todo era truco. Hay que meterse mirando hacia atrás y una vez dentro darse la vuelta para poder sentarse al volante. El resto es fácil, más incluso que con un Polaris de serie. Instrumentación y mandos como los de serie, todo conocido, pues a rodar. El estar centrados permite tener más confianza en los virajes y compensa el hecho de que nos sintamos más altos, aunque solo sea un efecto óptico. El vehículo es muy ágil, aunque en carrera con el depósito lleno y la herramienta a bordo será otro cantar. En pista va bien, pero en las zonas trianeras, mejor, su escaso peso le hace flotar sobre las irregularidades del terreno y permite un buen ritmo en cualquier circunstancia. El hecho de ir solos tiene sus ventajas, pero pasara factura en etapas muy largas. No obstante su propietario está acostumbrado. Desde luego los Polaris dan para mucho
HISTORIA INTERMINABLE.
Lo de conseguir patrocinio, siempre ha sido lo más complicado a lo que un piloto sin bolsillo resuelto ha tenido que enfrentarse para poder competir. Lo de J.L. Álvarez ha sido una cruz, como el mismo dice “siempre he corrido con lo justo”. En este caso, las cosas se le han puesto muy en contra. Con su patrocinador principal, una multinacional juguetera, aportando buena parte del presupuesto, y otras aportaciones más pequeñas recibidas de diversas compañías, parecía que podría estar en la salida sin problemas. Dos días antes de hacer el reportaje, una de las compañías abortaba el pago del dinero acordado, alegando que a primeros de año cuando su logotipo estuviera en primera línea informativa, también seria noticia por circunstancias propiamente empresariales, por lo que no podía concretar el acuerdo. El piloto se encontró con un “agujero” de más de 10.000 euros, a los que había que añadir otros 6.000 de transportar el vehículo en avión, cifra que se hubiera ahorrado de haberlo embarcado con el resto de participantes europeos, algo que no hizo, para intentar con el vehículo en su poder, conseguir más apoyos económicos al poder mostrarlo físicamente. Empezó entonces una lucha frenética a través de redes sociales y gestiones por parte de sus patrocinadores para conseguir otros que completaran la cifra necesaria. Finalmente el tiempo se echo encima y se vio obligado a renunciar a su participación.