Es una cita legendaria, aunque se lleven seis ediciones. La extinta Alta Alcarria, arrancó en 1987, por lo que la zona es conocedora de los que representa nuestra disciplina. Aun así, año tras año, es labor titánica poner la carrera en marcha. Si con tiempo se tramitan permisos, Oficiales, ambulancias, hoteles, etc. Son los problemas de última hora los que pueden acabar con el buen estado de las coronarias de un organizador.
Este fin de semana, hemos podido vivir, la más amarga de las quejas, pero directa y en directo. Justo antes de la entrega de premios, con los representantes políticos locales, provinciales y autonómicos a menos de un metro, Enrique Batanero Presidente del Automóvil Club Alcarreño, entidad organizadora, hizo público el hecho de que si las administraciones no se implican y colaboran en mayor medida (no se trata de un tema económico exclusivamente), no se animaría a llevar a cabo la siguiente edición.
Manuel Plaza, varias veces Campeón de España al recoger su trofeo, cogió el micrófono para defender nuestras pruebas, argumentando entre otras cosas cuestiones positivas los beneficios que aportan económicamente una de nuestras carreras allá por donde pasa, que suelen ser zonas aquejadas de despoblación y falta de recursos. Los políticos presentes, entregaron los trofeos, posaron para las fotos y se fueron. ¿Se habrán dado por aludidos? ¿Serán conscientes que sin valoración oficial, una carrera del Nacional supone un impacto donde se celebra cercano al millón de euros entre consumo de restauración, alojamiento, combustible y demás? El tiempo dirá.
De momento, tremendo trabajo posterior para recoger el encintado, para que todo quede como si no hubiéramos pasado.
A ello colaboran también las maquinas que dejan los caminos como nuevos. ¡Cuántos paisanos querrían una carrera en su tierra solo por esto!
Entre los que se juegan algo hay nervios, a falta de una carrera por terminar el certamen. Aunque algunos parecen estar de permanentes vacaciones. Shanti Guirdi e Elixabette Otegui, dan buena muestra. Se les ve con menos tensión que las bombillas de la casa de Los Picapiedra.