Texto/Traducción: Jesús Mesa/Elvira Avilés. Fotos: Jota Alemán. ETAPA CERO. Linares – Almería – Melilla. La cuarta edición de Santana Trophy acaba de dar comienzo en Linares (Jaén). El joven raid de orientación por Marruecos alcanza este año los treinta y cuatro coches participantes tripulados por atrevidos aventureros llegados de once países diferentes. Los clásicos del 4×4 han pasado sus verificaciones técnicas por primera vez en el interior de la fábrica que los vio nacer hace ya unas siete décadas. #LaGranAventura se consolida. Su apuesta por el rescate de la historia automotriz de Linares le ha valido para que autoridades y comunidad locales hayan tenido un generoso e histórico detalle. Por primera vez desde su cierre, ‘Metalúrgica de Santa Ana’ abría sus puertas al público para albergar en sus instalaciones los Land Rover Santana y Series que tomarían la salida poco después. Pasar las verificaciones administrativas y técnicas en este enclave histórico ha significado un hito de peso por el que Santana Trophy está más que agradecido. La visita a esta mole de cemento y uralita ha convertido el acto en una emotiva experiencia. Entre animadas conversaciones, reencuentros, abrazos y algunos nervios, el enorme y gris espacio de la fábrica se llenaba de vida y color una década después de haber cerrado sus puertas. Diez años de silencio interrumpidos durante unas horas a las que como cada edición se han unido los amigos del club local de Land Rover “Linarejos 4×4“con sus joyas motorizadas. Joyas entre las que destacaba nada más y nada menos que el primer prototipo de Ligero, número de bastidor 001. El encuentro ha tenido lugar en las pistas técnicas donde estos incombustibles brutos de aluminio pasaban los primeros test conforme iban saliendo de la cadena de montaje. Una suerte de reválida que ha dotado a las verificaciones de una fuerte carga sentimental. Y es que la historia del lugar sumada a la determinación del colectivo de propietarios de seguir aportando algo más, por efímero que sea, a la epopeya de estos duros no es para menos. Entre los diversos idiomas que se podían escuchar durante las verificaciones, las bestias mecánicas con sus cuadradas y clásicas líneas de diseño eran admiradas por todos los amantes de este particular territorio del planeta 4×4. Dar un breve paseo era encontrar detalles originales y estéticamente admirables en estos recios pero muy mimados vehículos procedentes de Bélgica, Holanda, Dinamarca, Francia, Reino Unido, San Marino, Alemania, Polonia, Argentina, Italia y España. Ligeros, 88’s, 109’s, y Series ingleses con el volante en el lado equivocado (como nos gusta decir de broma). Con caja, sin caja, capotados, con lona o hasta una ambulancia reconstruida. Todos diferentes pero con la misma alma. Todos rugiendo por pisar piedras y arena en el todavía lejano sur y todos aderezados con la personalidad de sus dueños, amantes hasta el extremo de la mecánica, la historia y el cuidado de la estética. Pilotos y copilotos no escondían el ansia por montar en sus diminutas cabinas y enfrentarse a la aventura sin dirección asistida, sin más ayuda que la de los metales y cauchos que fueron forjados y ensamblados en esta fábrica hace setenta años. Pasado el mediodía, Santana Motor, nuestra casa madre, despedía a los intrépidos aventureros en una salida coral que ninguno de ellos olvidará. Tampoco los veinte miembros de la organización. Todos ponían a sus Santana y Series en dirección al puerto de Almería, donde se unirían algunos coches rezagados para pasar las verificaciones y abordar el ferry. Setenta años después vuelven a arrancar motores en Linares para seguir ‘haciendo camino al conducir’, demostrando que proceden de un tiempo donde las máquinas se hacían para durar. Ya despunta por el horizonte una semana llena de aventuras. Serán ellos, las casi 90 personas que conforman el raid, los que carguen a partir de ahora con la memoria, el legado y el conocimiento de esta historia del motor a través de los varios miles de kilómetros que les aguardan por Marruecos. Eso será mañana, cuando desembarquen en Melilla del ferry nocturno y pisen suelo con sus neumáticos en una edición que inyectará una buena dosis de navegación, la mayor hasta ahora. #LaGranAventura ha comenzado. ETAPA 1.- Nador – Taourirt – Rekkam Camp. La mañana se presentaba con una dura prueba de resistencia más para los participantes que para sus mecánicas. Una intensa lluvia caía desde el cielo cerrado, premonición de la tormenta administrativa que se les venía encima. Los trámites aduaneros en la frontera han sido un desayuno cargado de paciencia y tedio. Pero conforme la lluvia remitía, el cielo se iba abriendo y el sol asomaba, los equipos iban pisando por fin suelo alauita. El inevitable enlace por carretera hasta las primeras pistas supone un curso de introducción acelerado a la cultura y la orografía marroquí. Un paisaje verde y frondoso rodea pequeñas poblaciones donde los lugareños disfrutan de su domingo. Se congregan alrededor de teterías y puestos de comida o pequeñas tiendas que han servido a los aventureros para tener sus primeras interacciones antes de adentrarse en la profundidad del país. La falta de sitios para repostar ha obligado a los equipos a llenar los depósitos auxiliares de combustible. También se empezaron a ver los primeros achaques mecánicos. Una caja de dirección suelta o un filtro de gasoil con problemas obligaban a los equipos ‘Green & Gold’ y ‘Green Bulleit’ a tomar la carretera Una alternativa para evitar así las duras pistas. Y es que seguir, aunque sea de forma modesta, los pasos de las primeras y míticas pruebas de motor, como el Camel Trophy o Paris Dakar, requiere poner a prueba desde el primer día la resistencia de los Santanas y Series, y… la destreza de sus jinetes. Ya en pistas, los primeros 190 kilómetros a través del frío e inhóspito Plateau de Rekkam se han cobrado caro el fallar con el reto del Roadbook. La equivoca orografía marroquí junto con la premura en el uso del libro de ruta llevó a algunos a perderse por las