Esta es la filosofía con la que se ha desarrollado el vehículo, disponer de un prototipo con prestaciones de última generación, pero con materiales y soluciones muy probados, lo que se traduce en mantenimientos más sencillos y aquilatados. El concepto es claro, un 4×4 que sea competitivo, robusto y fiable y que permita a estructuras privadas medirse en las mejores condiciones con rivales a priori más solventes en lo mecánico y en lo económico. En Mitsubishi España, lo vieron claro y apoyaron el proyecto sin titubeos. Se parte de una estructura multitubular a la que se acopla una carrocería de fibra de carbono, que en este caso calca las formas del modelo. El propulsor da 340 caballos y va situado en la parte delantera central. El cambio es un Sadev secuencial de seis marchas con diferenciales también Sadev SP 05 así como la tracción total que es una SC 90. La suspensión es independiente con doble brazo, muelle helicoidal y barra estabilizadora. Incorpora dos amortiguadores Ohlins por rueda. La dirección es asistida de funcionamiento eléctrico. Para parar el coche, dispone de discos ventilados de 280 milímetros con pinzas de cuatro pistones AP Racing. Las llantas son en medida 7×16 y los neumáticos son Bf Goodrich T/A. El depósito de combustible alberga 350 litros. Supera los cuatro metros de longitud, con una anchura en el máximo reglamentario, dos metros, con una batalla de casi tres. Pesa en orden de marcha 1850 kilogramos. Exteriormente, es espectacular y llama la atención por lo bajo de la carrocería, teniendo en cuenta de que dispone de una buena altura libre. Todo está bien acabado y rezuma detalles de soluciones adoptadas en base a la experiencia en carreras. Destaca la buena accesibilidad mecánica, ya que el coche se desnuda con facilidad. Subirnos a bordo no fue fácil. La piloto burgalesa, gusta de ir próxima al volante y por talla estábamos más que justos. Nos acompaño Pablo Huete el copiloto que nos adelantaba que y como hacer las cosas en cada momento. Toda una tranquilidad en estos casos. Lo mejor la facilidad de uso. Todo el comportamiento es muy previsible y fácil de llevar. Otra cosa será a la hora de apretarlo, algo que hacemos lo justo, ya que el recorrido preparado para la prueba está plagado de exuberante vegetación y no es cosa de dañar el Eclipse Cross. Es en definitiva una buena opción para estar arriba sin la locura económica que suponen los superprototipos. Hay que destacar el papel que esta jugando la filial española de la marca, que ha apostado por la piloto burgalesa, no solo por sus dotes deportivas, sino por las personales, en un proyecto que debe crecer y si desde Japón se animan a volver a ganar la que es su disciplina y su carrera, estar listos. Pareja perfecta. Cristina se propuso quedar holgadamente entre los treinta primeros en el recién celebrado Dakar americano y lo consiguió, gracias a un pilotaje práctico y efectivo, estando un solo puesto detrás de lo previsto, algo achacable al único día “malo” que tuvo, donde tras un toque los radiadores quedaron dañados y se perdió tiempo en la reparación. Aquí entro en acción su socio deportivo, Pablo Huete, mecánico profesional de los más meticulosos que se puedan encontrar, pero también capaz de hacer remiendos poco ortodoxos para que un coche no se pare. Arreglo de urgencia y a seguir. Su posible punto flaco, la navegación ha quedado más que superado con un copilotaje ejemplar. En la mente del equipo esta repetir en el Dakar, esta vez en Arabia, pasando antes por la Baja Aragón y el Rally de Marruecos si es que el presupuesto se lo permite, ya que están en eso, en lo mas difícil de las carreras, encontrar patrocinadores.