Difícil misión la de Carlos Sainz y Lucas Cruz. En el fondo es lo que les gusta. Ganar por quinta vez el Dakar con una marca nueva y con el plus de hacerlo con un vehículo que se estrena en la carrera, tiene tintes de epopeya. Allá van, con todo. Y hoy en el centro de Madrid en la sede de uno de sus patrocinadores principales han transmitido a los medios especializados sus impresiones de primera mano.
El piloto está confiado: “El coche, ha demostrado su potencial, hemos hecho muchos kilómetros de test y la adaptación a la nueva suspensión ha sido satisfactoria. La única prueba de fuego real fue el Rally de Marruecos donde ganamos una etapa y estuvimos en puesto destacados a diario. Es importante reflejar que llevábamos a bordo el sistema de control de par con el que la F.I.A quiere asegurar igualdad entre los cuatro equipos oficiales participantes. Eso que llevamos por delante. Saldremos a por todas como siempre.”
El copiloto, también se encuentra preparado: “La carrera será complicada sobre todo en la primera semana, en la que nada más arrancar, tendremos etapa maratón, y cinco jornadas abriendo los coches sin las trazas de las motos lo que puede obligar a plantear una estrategia especifica según nos vaya en carrera. El equipo que abra será lógicamente más lento que la competencia lo que obliga buscar la mejor posición en cada momento cara a un buen resultado final.”
En conversación distendida demuestran que los deberes están hechos, que el equipo esta tan implicado o más que ellos y que junto a los otros tres vehículos intentaran hacerse con la victoria. Impecable preparación física y aun mejor condición mental. Carlos no se pudo pronunciar sobre el futuro después de la carrera, en el que podría contemplare su participación en el Mundial de la especialidad, en una temporada en la que hasta cuatro marcas podrían estar presentes. Ford debería estar allí.