Con cerca de 1000 inscritos este año, Motor Aventura ha vivido la edición con más asistencia de vehículos, en un crecimiento que no ha parado edición tras edición. La zona de acampada quedo completa, y se tuvo que aparcar en la entrada de la propia finca ya que la afluencia fue masiva.
Ya lo decía la cabeza visible de la organización, David Nadal, cuando presentaba la feria propiamente dicha a primera hora de la mañana del sábado, “el que quiera hacerlo todo, no va a poder. Es imposible”. Efectivamente, el programa de actividades era tan variado, que acababan coincidiendo cosas, por lo que el asistente tenía que terminar por elegir.
Cursos, presentaciones, coloquios, etc., se llevaron a cabo durante todo el día del sábado y la mañana del domingo, haciendo que la sala de charlas, en varias ocasiones se llenara por completo quedando algún que otro interesado fuera. Para los más activos, triales, copilotajes, pruebas de orientación… estaban pensadas para satisfacer a los más radicales.
En cuanto las empresas implicadas se rozaban las ochenta haciendo acto de presencia, siendo en su mayoría expositores, que han trasmitido al cliente final sus novedades y últimas referencias llegadas al mercado. Para animar a los asistentes, con la inscripción, se entregaban vales de descuento directo en las compras, lo que hacía a muchos acabar por decidirse en comprar ese accesorio que nos falta en nuestro todo terreno.
Como detalle final, hubo a última hora del sábado una “hora feliz”, en la que algunos productos se vendían a precios de ganga, lo que aprovecho mas de uno, viéndose a bastantes asistentes cargados con cajas y con caras de felicidad. Destacaban sobre todo los vehículos preparados y los de competición presentes, siendo el más llamativo un Suzuki Jimny de los recién llegados al mercado, con una seria preparación.
En lo deportivo, varios pilotos y equipos del nacional estaban presentes, por no hablar del grupo de dakarianos con Juvanteny, Servia y Fina Román al frente, batiendo esta ultima el record de tiempo de exposición, ya que no conseguís que el público abandonara el aula, pidiendo que su relato no se detuviera.
El equipo humano de Masía Pelarda, ha vuelto a brillar a gran altura, trabajando sin descanso por que todo saliera bien, siempre con una sonrisa y dispuestos a ayudar de forma fulminante y efectiva. Han sido tres días intensos de los que deberán recuperarse.