Todas las previsiones quedaron desbordadas al poner en marcha la actividad este año, ya que al no poderse celebrar el pasado por la situación socio sanitaria, había ganas de participar. Desde la organización que en buenas ediciones ha superado los doscientos inscritos, se vieron superados por el cantidad de peticiones, debiendo cortar el número de inscritos en trescientos veintiséis aunque hubieran podido superarse los cuatrocientos sin problemas. Con los pies en el suelo valoraron la capacidad en superficie del circuito de Segurilla y optaron por poner un máximo para que la reunión mantuviera sus estándares de calidad.
Paralelamente, Interfororos 4×4, suele atraer la lluvia, pero este año con la dura sequia que vive buena parte de la península, parecía que tendría una edición seca. Como dominando la climatología, la jornada previa y la de celebración se vivieron con chubascos dispersos por lo que el terreno estaba en perfectas condiciones para la práctica del 4×4.
Los vecinos de la zona, estuvieron de nuevo encantados, no solo por esto sino por el impacto económico que queda tras la celebración del evento, en pernoctaciones, comidas y demás. Por mantener las máximas medidas de seguridad, no se permitió la presencia de público, a la espera que en ediciones venideras las condiciones mejoren.
Del plantel de vehículos presentes, se podía encontrar todo lo imaginable en la materia, ya que se presentaron vehículos de mínima preparación, veteranos muy cuidados y muchos que simplemente aparcaron junto a amigos de los caminos para disfrutar de una jornada de confraternización y charla.
Otros directamente trajeron sus prototipos de competición para usar el día como jornada de entrenos para alegría de los presentes que disfrutaron de las evoluciones de los vehículos de todo terreno extremo mejor preparados.
En cuanto a reponer fuerzas, sería interminable la relación de cocinas, planchas, barbacoas y demás sistemas para guisar, por no hablar de la colección de viandas traídas de los cuatro puntos cardinales peninsulares (Había participantes desde Asturias hasta del sur de Andalucía).
Bien protegidos del viento, las mesas estuvieron puestas muchas horas, por no hablar de los camper que con la casa al lado podían hasta disfrutar de una buena siesta.
Las zonas de diferente dificultad, abiertas de nueve de la mañana a seis de la tarde, estuvieron siempre llenas de vehículos, que en todo momento, tuvieron un rodar tranquilo y metódico (había mucho tráfico como para ir deprisa), superando dificultades con mayor o menor fortuna.
Algún que otro vuelco lento fue el único incidente reseñable aparte de pequeñas averías, por lo que la intervención de la ambulancia presente en el circuito no fue necesaria. Cualquier precaución es poca.
Como siempre, las pozas de barro hicieron las delicias de muchos y es que hubo verdaderos suicidios automovilísticos a la hora de presuponer capacidades de superación de obstáculos que luego no se cumplen.
No obstante el compañerismo del sector, arreglaba cualquier atasco de forma rápida y solidaria.
En cuanto al sorteo de regalos, la organización tiró la casa por la ventana ya que aparte de lo ofrecido por las maracas organizadoras, aportaron motu proprio más objetos. La lista es interminable, cabestrantes, compresores, emisoras, eslingas, maletines de herramientas, gatos mecánicos, barras de luces suplementarias, sillas, extintores, barbacoas portátiles, vales para piezas en desguaces, y hasta ¡jamones! Así da gusto.
Importante el esfuerzo realizado por Antonio Riquelme y su equipo (casi medio centenar de personas) en su mayor parte formado por familiares y amigos, que se emplean a fondo con la mayor de las ilusiones ya que su dedicaciones profesionales son otras, con un solo objetivo, que todo el mundo se vaya contento y quiera repetir.