Por Javier Gutiérrez.
La competición y las marcas no siempre han ido de la mano. Las carreras no dejan de ser un escenario ideal para refrendar la calidad de los productos, por no hablar de la imagen que trasmiten. Históricamente muchos fabricantes están fuertemente vinculados al automovilismo, sobre todo los que ponen en el mercado superdeportitos.
Ha habido marcas que por el contrario, tras estar apoyando estructuras de competición, optaron por dejarlo, lo que se tradujo en una pedida paulatina de imagen y lo que es peor de ventas. En el nacional de todo terreno, tan solo Mitsubishi y Polaris apuestan por estar presentes en mayor o menor medida, pero el resto ni se les ve. Paradojas de la competición, dos Toyotas se han alzado con el titulo absoluto y el de coches de serie, algo que habla a las claras de la buena calidad del fabricante japonés, que por otro lado, no ha mostrado apoyo significativo a sus clientes. Es mas han dejado de apoyar la estructura de la que Xavi Foj ha sido su piloto habitual y que habitualmente participaba en el Dakar y otras pruebas internacionales. Por supuesto que a nivel empresarial, son absolutamente soberanos y pueden enfocar sus intereses de la manera que más conveniente crean, pero es una pena que no estén por la labor de por lo menos contemplar a los deportistas que utilizan su marca como algo más que un simple cliente.