Una vez más Marruecos, una vez más algo distinto.
Textos y fotografías: Amanda Ruz.
No importa cuántas veces viajes a un mismo lugar de África, siempre verás cosas distintas, siempre recibirás sensaciones distintas; de amor, de odio, de atracción, de rechazo… Cada uno de los que hemos viajado a este continente podemos dar una versión muy diferente de lo vivido, aun habiendo estado en el mismo lugar, en el mismo momento. Casi todos los años pretendemos bajar a este asombroso país por las fechas de Semana Santa. Nunca hacemos el mismo recorrido y aun que transitemos algún lugar del trayecto del año pasado; siempre vemos cosas diferentes, cosas de las que no nos habíamos percatado anteriormente.
Ha sido un viaje de 8 días, 4 coches, 10 personas; en los que hemos podido disfrutar de mucha variación de paisajes y climas; desde puertos cerrados por grandes nevadas y heladas, hasta el típico calor intenso, pegajoso e insoportable de verano. .Nada más cruzar la frontera se lió a llover, y estuvimos todo el trayecto de ese día aguantando la lluvia, tuvimos hasta granizo. Al cruzar el Atlas no pudimos ver nada, el puerto estaba cortado (pero eso no iba a impedir que siguiéramos con nuestro recorrido), subimos al puerto, nos encontramos desde tráileres hasta motocicletas atrapadas en la nieve, la quitanieves pasaba pero no hacía ningún efecto; y luego estaba la intensa niebla que había, que no nos permitía ver más allá de dos metros; por lo cual se iba complicando la cosa cada vez más; nos tocó hacer ‘nocturna’ para llegar al hotel, e hicimos ruta, que ese día tampoco teníamos previsto, pero al final conseguimos salir sanos y salvos de aquellas montañas que parecían no acabarse nunca. Al día siguiente las cosas ya eran muy diferentes; había un sol radiante, acompañado de un viento inaguantable que anulaba los encantos del sol… Pero según fue pasando el día la cosa fue mejorando y por la tarde ya hacía calorcito. Estuvimos el resto de la semana sin variación en el tiempo, pasando calor (hasta nos pusimos morenitos…) hasta que volvimos a España, que estaba lloviendo.Por lo demás, pues muy contentos; un día dormimos en jaimas, estuvimos bailando y cantando alrededor de una hoguera… Otro día hicimos vivac (acampada) compramos un cordero y lo hicimos a la lumbre, estuvimos cenando a la luz de una luna llena preciosa… Lo demás días dormimos en hoteles y a cual más bonito…Coincidimos también, con el ‘rally femenino de Las Gacelas, que casualmente hacíamos el mismo recorrido uno de los días; ese día, ellas tenían una etapa en la que no se permitían los g.p.s, y solo tenían una brújula y un mapa para situarse. Nos pidieron ayuda; la brújula las enviaba que cruzasen todas las dunas, pero ellas no querían arena, así que las condujimos por los ríos de arena, hasta el lugar donde tenían que buscar su punto, ahí las dejamos y seguimos nuestro camino.
De la gastronomía no hay mucho que contar, la verdad es que no hay mucha variación… Pollo al limón, tallin de pollo, ‘pelotitas’ (albóndigas de cordero), cuscús, harira… Y poco más, lo único que veo más apetitoso de la comida de allí, son las tortitas caseras que suelen preparar por las mañanas; los flanes, también caseros y las brochetas de cordero o pollo. La gente de allí es realmente encantadora; te ofrecen lo poco que tienen a cambio de ropa, gorras, bolígrafos, cuadernos, caramelos… O simplemente nada. Un día estábamos comiendo a la sombra de un arbolito, en medio de la nada y apareció una mujer de unos 80 años, con 5 ó 6 niños pequeños de entre 1 y 3 años. Llegó se paró a mirar, no dijo nada, estuvo un ratito ahí parada sin hacer ni decir nada; al final la dimos una bolsa de ropa y algo de comida; cuando nos íbamos a ir, (que estábamos ya montándonos en los coches) vino, sin decir nada, me dijo que agachara la cabeza, me colocó una tiara que había estado haciendo mientras nosotros comíamos y me dio su bendición (fue una de las experiencias más bonitas de mi vida, hay cosas más importantes que contar, no lo dudo, pero la acción de esta mujer, de hacer eso, sin conocerme de nada, me ha marcado este viaje). Como siempre, antes de subir, ya estamos con ganas de volver a bajar; así que estamos ansiosos ya, a que lleguen de nuevo la Semana Santa del año que viene, para poder volver a disfrutar de todas estas experiencias.