La Mitsubishi L-200 se ha renovado completamente, manteniendo e incluso mejorando sus cualidades, pero para que no se nos olvide la existente en el mercado los últimos años traemos una preparada a conciencia.
EDICIÓN EN PAPEL EN LA REVISTA AUTOAVENTURA 4X4
En un mercado con perdida continua de modelos con capacidades para rodar fuera del asfalto, las pick-up siguen siendo un reducto inmejorable para todos aquellos que necesitan un todo terreno capaz en viajes, rutas y… trabajo que es para lo que en principio fueron concebidos. Mitsubishi lleva décadas con pick-up en su catalogo y en sus últimas actualizaciones, no solo adopto la imagen de sus modelos de competición algo muy acertado, sino que baso en su imagen la de otros modelos de gama aparecidos posteriormente. Ahora que toca ser sustituida por la nueva versión, lo mejor es traer a nuestras páginas una preparada a conciencia.
PARTIENDO DE CERO.
Los hombres de A.R.C. desmontaron por completo el vehículo, Una Mitsubishi L-200 de caja simple para trabajar sobre el chasis desnudo. El chasis se recorta en su parte trasera veinte centímetros (treinta y dos de longitud pierde la caja de carga) y recibe la mayor modificación respecto su configuración de serie, la sustitución de las ballestas traseras por un sistema de doble amortiguación de última generación, que Ohlins a través de HRG el distribuidor de la marca en nuestro país ha diseñado específicamente para esta preparación. Se complementan con muelles Eibach y limitadores de extension El trabajo incluye la fabricación de tirantes de suspensión específicos y demás piezas p0ara que toda la reforma funcione correctamente También el tren delantero ha recibido modificaciones en los anclajes de los trapecios que se han construido de forma artesanal. Los puntos críticos del chasis se refuerzan y toda la estructura recibe un tratamiento anticorrosión y posterior pintado.
Si el chasis tiene sus horas de trabajo, la carrocería no le va a la zaga, ya que en el habitáculo recibe unas barras antivuelco de factura impecable, porque no hay mucho sitio y han quedado literalmente empotradas, bien camufladas en la zona del salpicadero y sin molestar lo mas mínimo a la hora de subirse o bajarse del coche y menos aun conduciendo o navegando. Asientos de competición y cinturones de arnés completan el interior que en el único hueco libre restante entre los asientos alberga el gato mecánico. Debajo del asiento del copiloto se ubica el compresor y la correspondiente toma de aire para la modificación de la presión de los neumáticos. El arco exterior, esta impecablemente rematado y pintado, ocupa lo mínimo y cuando lo probamos en marcha no se notaron ruidos aerodinámicos ni si quiera cuando rodamos a buena velocidad por vías rápidas. La carrocería se ha retocado para instalar aletines y un nuevo frontal, para adaptarse a la mayor anchura del tren rodante y mejorar los ángulos característicos. Además la caja de carga además de recortarse recupera su tapa de apertura posterior, y un cofre de carga pegado al habitáculo amen de un soporte para colocar dos ruedas de repuesto. El espacio restante es suficiente para colocar más implementos, el equipaje, el material de acampada y los víveres para dos personas para varios días.
Mecánicamente aparte de las suspensiones, el motor lleva un turbo y un intercooler mejorados respecto del de serie, y una centralita Adonis que mejora el rendimiento de los 136 caballos que da de serie esta L-200 (recordemos que es la de cabina sencilla) a superar los 170, cifra que ayuda a conseguir el escape que ha sido modificado para que el conjunto motriz respire mejor. Para que no pase hambre se ha sustituido el depósito por uno de gran capacidad lo que también mejora la autonomía. La mecánica va protegida con planchas de dural desde el mismísimo frontal hasta superar la caja de trasferencias. Los neumáticos, específicos para fuera del asfalto, van montados en unas preciosas llantas Braid desmontables, que serian a nuestro gusto personal, más bonitas de haber sido pintadas en color claro o metálico, ya que el negro enmascara las formas. La mayor anchura de estas además de los separadores consiguen ampliar las vías en diez centímetros. Faldillas protectoras en ambos trenes y protecciones en los cuatro pasos de rueda completan el trabajo. Ni que decir tiene que todo lo realizado está convenientemente homologado y con la I.T.V. al día.
EN MACHA,
Exteriormente esta L-200 llama poderosamente la atención, por un lado la caja sencilla es la menos vista, ya que es la de cuatro puertas la más vendida y parece incluso que se ha cortado ex profeso para la preparación de lo justa de tamaño que se la ve. La decoración ayuda los suyo, ya que el color blanco la hace parecer más grande y la rotulación con los detalles típicos de A.R.C. la dejan definitivamente “marcada”. Las preciosas llantas, la altura, la anchura, las faldillas… dejan entrever la seriedad del trabajo llevado a cabo. Perfectas todas las terminaciones tanto estéticas como mecánicas. Mirando con detalle, comprobamos el buen remate de la gran cantidad de piezas artesanales, tanto exteriores como interiores. La ganancia en altura, se nota sobre todo al subirnos. El puesto de conducción es cómodo, aunque (esta es una visión muy personal) se echa en falta la posibilidad de reclinar el asiento a voluntad, lo que a los muy voluminosos o quienes gusten de conducir con la espalda algo inclinada, por no hablar de echar una cabezadita en los tiempos muertos de un viaje. A su propietario le encanta y la ha querido así por lo que todos contentos.
Al arrancar el motor muestra un sonido más ronco y grave que el escape de serie, y puestos en marcha se nota sobre todo en aceleraciones y retenciones. El motor empuja bien aunque al dueño le gustaría tener más potencia, pero pese a que vamos sin peso y con poco combustible y eso ayuda, no echamos en falta más prestaciones. Llegamos a una pista de buen firme, y la L-200 saca todo su potencial mostrándose rápido, ágil y muy efectivo, solo se atragantan como a todas las pick-up los ángulos cerrados y estrechos. Si el piso empeora, la suspensión se los traga todo, vuela bien y aterriza mejor, lo que permite llevarnos muy elevados. Cuando abordamos zonas mas trialeras, los recorridos de suspensión, sin ser muy largos permiten pasar por zonas impensables a priori, ayudados por los neumáticos específicos y suponemos por el escaso peso que llevamos. Pero no está pensada para eso, su propietario que tiene ya otra similar en el extranjero preparada por el mismo en destino, afirma tras años de haber viajado por varios continentes en 4×4 y en otros medios de transporte, lo tiene claro: “Viajar en lo posible fuera del asfalto sin estar `preocupado por dañar la mecánica o por que me quede atascado en algún sitio, sin prisa y disfrutando”. Entonces con esta Mitsubishi L-200 ha dado en el clavo.