Nunca mejor dicho porque en su origen, este Nissan compitió hace más de treinta y cinco años y lo sigue haciendo. Exteriormente tiene aspecto de Pick Up y pese a que conserva las líneas maestras del modelo, el frontal, con iluminación de última generación le hace cambiar bastante.
La carrocería enteramente en fibra ha supuesto todo un ejercicio de aligeramiento. La terminación es muy buena las líneas cuadradas le dan aspecto de malote. La falta de decoración le dan un toque peculiar, inmaculado como ningún otro.
La parte trasera deja la mecánica al aire y tan solo radiadores, deposito y neumático de repuesto (el día de nuestra visita solo llevaba uno) ocupan el espacio, dando sensación de que todo está reducido al mínimo.
Las llantas Braid de 16 pulgadas refuerzan el toque clásico del vehículo, que llama la atención allí por donde pasa.
El proceso ha sido el habitual, desmontar el coche por completo y sanear las piezas a utilizar. La mayor modificación ha sido sustituir la suspensión de ballestas por muelles. En este caso se han utilizado resortes helicoidales y amortiguadores Profender. Los ejes reforzados y los frenos son de un Y61.
A nivel material todo es mecánico huyendo la electrónica en la medida de lo posible aunque el tema de los testigos de funcionamiento es completamente digital. El motor es el de un Terrano TD 27 con caja de cambios RD 28 y embrague Outback Extrem, siendo el cardan artesanal y a medida. Lleva un Turbo Garret fijo y bomba mecánica, llegando a alcanzar los 250 caballos. Esta recolocado para un mejor reparto de pesos que es ahora de un 50/50, con un depósito de seguridad ATL de 120 litros de capacidad justo detrás de los asientos.
Estos son baquets con cinturones de arnés. La configuración habitual en las carreras ocupando el mínimo espacio que queda para los deportistas.
El salpicadero enteramente de fibra es la mínima expresión para ganar algo de espacio y perder peso, volante, pedales y poco más a utilizar. La sencillez por bandera.
En orden de marcha con una rueda de repuesto, y 30 litros de combustible pesa 1800 kilogramos, cifra que sube al colocar la segunda en un soporte construido al efecto y que la deja junto a la primera, alcanzando así 50 más.
La refrigeración se confía a radiadores sobredimensionados realizados a medida y reubicados tras el habitáculo con una toma de aire en el techo para garantizar la correcta temperatura de uso a lo que contribuyen las canalizaciones de una sola pieza.
A bordo, noble y rápido.
El día no era el mejor para probar un coche. Llovía sin parar desde jornadas atrás y los caminos extremeños eran una pista de baile. Aun así Miguel tras calentar el Nissan se dio una vuelta a un circuito acordonado para confirmar que todo estaba bien. Nos pudimos subir y comprobar que funciona como se espera de él, sin brusquedades, noble y prestacional.
Poco se podía hacer en pistas encharcadas que nos limitaban la visibilidad al mínimo con las nubes de agua que levantaba a su paso. Eso si en el habitáculo ni una gota señal del buen sellado del vano motor. Es un proyecto muy particular que debería dar satisfacciones a su dueño que cuenta con un Nissan peculiar, único y con más futuro deportivo de lo que a simple vista pudiera parecer.
Miguel Riqueni, más veterano de lo que parece.
El piloto, ya competía en pruebas de orientación a finales de los noventa en Marruecos, además de ser un fijo en el enduro en moto. Si hacemos hincapié la temporada 2006, los más veteranos de nuestros seguidores, recordaran una promoción denominada: “Quiero ser piloto”, que tras una selección de entre los interesados, haría que el ganador estuviera en la salida de la Baja Aragón de ese año a bordo de un Toyota Land Cruiser. Hubo cientos de solicitudes, que tras varias selecciones quedaron en dos docenas los candidatos. Con cinco en la final, fue Miguel Riqueni quien se impuso con diferencia sobre el resto. La prueba mundialista y alguna del nacional de aquel año, fueron lo que pudo disfrutar con el premio. Posteriormente, adquirió el Land Cruiser con el que José María Ginés disputo el Dakar 2005, el “Frosties”, que aun compite y gana con los colores de Kobe Motor en manos de Alberto Dorsch.
Tras desaparecer por un tiempo volvió hace un par de años con un Nissan Patrol de la copa que la marca tenía en marcha a finales de los ochenta, cuando los raids vivieron su época dorada. Concretamente el que utilizaron Feixas-Saladrigas en la Trans España o El Raid del Descubrimiento de 1988, además de participar en los dakares de la época. Nos lo comento, le dijimos que sería una buena restauración, pero no nos hizo caso. El quería hacerlo correr con esa base y mejoras razonables. Y no ha parado hasta dejarlo a su gusto. Su concepto de sencillez y ligereza debe ser respetado y permitirle disfrutar de competir con un todo terreno de la vieja escuela convenientemente actualizado. Multidisciplinar, practica hípica, esquí y náutica (gano la Copa del Rey de Vela en 2015), organiza de paso desde hace años el Rally Solidario, que lleva material y ayuda al país alauí, y que ante la situación fronteriza, en unos días se llevara a cabo con los participantes viajando en avión con 4×4 de alquiler y comprando la ropa y el material escolar en establecimientos marroquíes. Ahora su reto es encontrar ¡algún patrocinador o patrocinadores! ya que su coche ha corrido hasta la fecha completamente blanco con el dorsal y los obligatorios de los organizadores de las pruebas en las que ha competido.
La responsabilidad técnica recae en los hombres de SRT (Sánchez, Rivero & Trabuco) quien tienen su base en la localidad pacense de Alburquerque. Ismael Sánchez (a la izquierda de Riqueni en la imagen) y Juan José Rivero, predican con el ejemplo, ya que también compiten y saben lo que cuesta a todos los niveles salir a una carrera. No solo se ocupan del Patrol ya que tienen más clientes del nacional confiando en ellos. Humildad, discreción y trabajo son sus valores.