Es la mínima expresión del fabricante japonés, pero no por ello deja de ser una opción interesante sobre todo si hacemos un uso del vehículo eminentemente urbano. Con 3,70 metros de longitud, nos permitirá maniobras y aparcamientos inverosímiles para otros modelos, aunque de momento no cuenta con etiqueta ECO por la motorización disponible por lo que su uso en zonas de bajas emisiones, está vetado. Exteriormente el X Cross se diferencia de sus hermanos de gama por detalles como una carrocería cinco centímetros más alta, una altura libre de algo más de un centímetro, paragolpes de apariencia más rotunda y pasos de rueda en negro mate.
El frontal mantiene la imagen de marca de la mayoría de modelos Toyota, con el emblema cromado y en este caso un labio inferior, más profuso.
La parte trasera se nos antoja delicada con el portón basado en una luna integral, que en el día a día puede sufrir con golpes e impactos.
Las llantas de aleación de 18 pulgadas completan un conjunto muy atractivo, que pese al enfoque sencillo, ha sido cuidado en todos los detalles.
El interior es agradable con asientos más que correctos y más especio de lo que podría parecer desde fuera. Se mantienen muchos mandos por conmutador en vez de avisar de lo táctil y la pantalla está bien integrada. Los traseros son justos para dos personas (está homologado para cuatro plazas) y para acceder el espacio que deja la puerta es más bien estrecho. El maletero cubica 231 litros en configuración normal, llegando a los 829 si abatimos la segunda fila de asientos.
El motor de 1000 centímetros cúbicos, de 72 caballos de potencia, y se puede combinar con una caja manual de cinco velocidades o una automática de variador continuo. Consumos bajos que no llegan a los cinco litros ni siquiera al no preocuparse por no gastar.
A bordo, disfrutamos de un buen ambiente, eso sí, con un motor que se percibe si le exigimos, tarados de suspensión correctos y prestaciones algo justas por que el motor es lo que es y el concepto también. El precio de acceso del Aygo X Cross es de 12500 euros, superando los 18000 si optamos por una versión de máximo equipamiento con cambio automático.
En el monte. Mínimas intenciones.
Estamos ante un vehículo con tracción a un eje, escasa altura libre, neumáticos de asfalto sin rueda de repuesto y protecciones endebles. Nos ayuda el peso contenido nada más, pero tan solo los caminos en buen estado deben animarnos a usarlo fuera del asfalto.