No están los tiempos para gastos desmesurados, y menos para caprichos, pero tener un 4×4 con una mínima preparación para hacer un uso frecuente del mismo fuera del asfalto, aun es posible con un presupuesto mínimo. Este Galloper es un buen ejemplo de ello. Con seis mil euros, (un millón de las antiguas pesetas) se puede tener un 4×4 en toda regla. EDICIÓN EN PAPEL EN LA REVISTA AUTOAVENTURA 4X4 En un mercado en el que la oferta de vehículos 4×4 nuevos es cada vez más escasa, y no precisamente barata, ante el continuo aumento de los SUV, de los utilitarios “levantados” y demás modelos con aspecto campero, por lo que si queremos un todo terreno de verdad y que cueste poco, estamos obligados a bucear en el mercado de segunda mano. Galloper como marca ya revoluciono el sector en su día con precios rompedores. De la mano de Mitsubishi se comercializaban en su red, vehículos con carrocerías antiguas bajo la marca Galloper, a precios mucho más baratos que los últimos modelos japoneses de Mitsubishi, (de hecho las ventas se desviaban a la marca barata y el mercado de segunda mano de vehículos de la propia marca se resintió). Su publicidad era clara “algún día todo el mundo tendrá un Galloper”, y la verdad es que entre 4×4 y monovolúmenes se les veía en las calles y carreteras con frecuencia. Ahora están prácticamente desaparecidos, pero de encontrar uno en buen estado son una buena opción de compra. El que ilustra estas páginas, era conocido por su actual propietario, sabia el uso que había tenido, tenía poco más de sesenta mil kilómetros reales y se encontraba en muy buen estado. En concreto era un Exceed Confort Intercooler turbo 2.5 de 105 c.v. matriculado en el año 2.000. Pagó cuatro mil euros por él. A esto hubo que sumar todas las modificaciones, ahorrándose mucho al ser bastantes las llevadas a cabo en una empresa familiar, lo que recorta el presupuesto de material y sobre todo de mano de obra, rondando todo lo instalado los mil quinientos euros. Homologarlo todo costó cuatrocientos treinta mas, y pasar la I.T.V. otros ochenta, para tenerlo todo legalizado y en orden de marcha cien mas, quedándonos así en el umbral del millón de pesetas de gasto, que es una cifra abordable frente a lo que cuesta un vehículo nuevo. PREPARACION, LO JUSTO. La idea era mejorar los ángulos característicos, proteger la mecánica y ganar en tracción, es decir, lo básico. Como el presupuesto era mínimo, varias de las piezas fueron llevadas a cabo por el propietario con sus propias manos, dejando tan solo lo imprescindible para ser instalado por un taller profesional, por supuesto una empresa que llevara a cabo el tema de la homologación esta y la posterior I.T.V. Así las cosas, de forma artesanal se llevaron a cabo el paragolpes delantero (chapa de 3 milímetros 50 euros de costo) donde se alojan dos faros Hella Comet 450 de largo alcance (150 euros) y se reubica la placa de matrícula, el trasero, (chapa de 2 milímetros 70 euros) recolocando en este ultimo todo el sistema de iluminación y las anillas de remolque, las taloneras laterales (50 euros) y el protector del depósito de combustible (chapa de tres milímetros 50 euros). Todo esto lo llevó a cabo Albert Abelenda, el propietario, en las instalaciones de una empresa de su familia que se dedica a la realización de estructuras metálicas. Las piezas a realizar eran muy cuadradas y con las dobleces muy claras por lo que llevarlas a cabo era complicado pero menos. Sumado todo los desembolsado superamos por trescientos los seis mil euros lo que supone ajustarse al presupuesto todo lo posible. La mano de obra lo hubiera disparado, pero es una ventaja que tiene el propietario. Posteriormente se instalaron las protecciones de bajos en la zona de la dirección, del carter y la caja de trasferencias de la marca Almont 4wd de aluminio de 6 milímetros (500 euros). Se coloco una toma de aire elevada de Snorkels Europe (99 euros), se sustituyeron las llantas originales por otras en medidas 8”x16” (200 euros) y se montaron unos neumáticos de taco Cooper en medida 265775R16 123/120Q, heredadas (530 euros) de otro usuario que cambiaba de medida, unos aletines de goma Acriu (50 euros) en los cuatro pasos de rueda “tapan” la nueva monta del tren rodante. Para ganar en altura se colocó un body-lift de 3 centímetros de grosor (35 euros). DE TODA LA VIDA. El vehículo, nos sigue gustando estéticamente. Caja corta y cuadrada, buena visibilidad y aspecto serio al ser el coche de un color metalizado oscuro. El acabado de las piezas artesanales es más que digno e ideal teniendo en cuenta el costo que tuvo su realización, El interior está bien mantenido y la tapicería no está excesivamente usada. Es una maravilla rodar con un vehículo con el concepto que popularizo el todo terreno. Tracción trasera con la delantera conectable, y posibilidad de inserción de una caja de reducción ¡todo ello de uso mecánico! y no eléctrico, lo que hace ganar en fiabilidad de uso. Los neumáticos son efectivos y la ganancia en altura permite abordar los pasos complicados de cualquier ruta. Definitivamente por menos de lo que cuesta un utilitario nuevo podemos tener un 4×4 en toda regla, con las mejoras básicas para ganar en efectividad, legalizado y listo para practicar nuestra afición favorita. Además a este le auguramos larga vida, por la juventud y entusiasmo de su propietario, quien ojala pueda en el futuro tener otro aun mejor, pero seguro que de este Galloper no se olvida. Es una pena que los sucesivos planes de incentivos para la compra de vehículos nuevos, la falta de uso, las cada vez mayores prohibiciones y restricciones para rodar en pistas y caminos hayan mandado y estén mandando vehículos de costo cercano a este (por abajo) a los desguaces y la chatarra. Los Suzukis de Linares, Ladas, Nissan, Opel… cada vez se ven menos y de