A principios de 2004, este modelo estaba más que integrado en el mercado. Las primeras unidades, de techo metálico y motor gasolina venían directamente importadas de Japón, y tras unos buenos números comerciales, la familia creció convirtiéndolo en otra “Bestia de Linares”.
Se construían en la factoría jienense en carrocería metálica o con techo desmontable de fibra o de lona. Por aquello del consumo y la mejora de par, se pensó en tener también una versión diesel. En cuanto Santana nos cedió una, la sacamos al monte para probarla a fondo.
Exteriormente la toma de aire en el capo delantero era lo que más le diferenciaba de sus hermanos de gama.
El anagrama DDiS en la parte posterior completaba las novedades, ya que el resto era calcado a los de motores gasolina.
El propulsor era un 1.5 de cuatro cilindros en línea que daba 86 caballos, y arrojaba unos consumos contenidos para lo que se estilaba en la época y sobre todo en el segmento. El combinado anunciado por el fabricante en siete litros, no solo se cumplía, sino que llegamos a hacer parciales por poco más de cinco.
El concepto original y genuino se mantenía. Chasis macizo de largueros y travesaños, caja de cambios con reductora, buenos ángulos, peso contenido…. Los argumentos considerados como buenos desde siempre.
Puestos a poner pegas, nuestra unidad montaba las bonitas llantas de aleación que gustaban mucho pero siempre menos eficaces que las de chapa, por no hablar de los neumáticos completamente enfocados al asfalto y el mal endémico del modelo, el espacio interior que era justo tanto para los ocupantes como si necesitábamos transportar equipaje.
Hicimos kilómetros por carretera y el Jimny diesel se defendía. No era el rey de la autopista pero nos desplazamos sin problemas. Lo bueno llegaba al salir del asfalto. Desde ese momento destacaban sus virtudes.
Buenos recorridos de suspensión, empujando desde abajo, pasando por donde otros ni se acercaban, en definitiva un caramelo, que con el paso del tiempo se acaba echando de menos. Una pena ya que su sucesor, sigue demostrando que es un nicho de mercado necesario, tanto para el aficionado como para el profesional que debe optar por opciones más caras y desde luego no tan efectivas. Siguen rodando y se les ve de forma esporádica, demostrando que siempre fue una buena opción de todo terreno capaz, barato de mantenimiento y que no nota el paso de los años.